Lectura: Lamentaciones 1:12-20

Hace ya algún tiempo, un periodista le realizó una entrevista al expresidente George Herbert Walker Bush (1924-2018). El entrevistador, al conocer sobre la fe de Bush le preguntó sarcásticamente: “¿Cómo encaja su creencia en un Dios de amor y todopoderoso, con las desgracias y las injusticias de la vida?”.  Luego de esto, le recordó la ocasión en que había llorado en público al mirar niños hambrientos, y del dolor que sufrió al ver morir a su propia hija.

Bush respondió de forma tranquila de la siguiente forma: “Nunca se me ocurrió culpar a Dios por eso”.  Agregó: “el todopoderoso Señor ha provisto de suficientes alimentos para todos, pero el hambre se da como resultado de la codicia y la ineptitud humanas.  Con respecto a la enfermedad de su hija la cual le había causado la muerte, dijo: “ha producido que nuestra familia se acerque, y al ocurrir esto, me he acercado aún más, a mi fe en Dios”.  Con esto, había recibido el consuelo que necesitaba al saber que su amada hija había sido recibida por los brazos de Su amoroso Señor.

De la misma forma que muchos niños sufren de hambre, nosotros podemos sufrir a causa de la codicia y el egoísmo de otros.  Al igual que muchas familias, es real que tenemos que soportar situaciones difíciles por razones que no comprendemos del todo.  También puede darse el caso que estemos sufriendo debido a nuestro propio pecado, tal como lo relató el profeta Jeremías debido al resultado del pecado en el que estaba cayendo la tribu de Judá (Lamentaciones 1:5).

  1. Sin importar las circunstancias por las que estás pasando, puedes confiar en Dios y decir como el salmista: “Bueno me es haber sido afligido para que aprenda tus leyes” (Salmos 119:71).
  2. Los creyentes tenemos tan sólo dos soluciones cuando enfrentamos problemas: Dios nos libra de la aflicción, o nos da la gracia para soportarla.

HG/MD

“Bueno me es haber sido afligido para que aprenda tus leyes” (Salmos 119:71).