Lectura: Romanos 15:14-21

Un amigo contó una experiencia que le hizo pensar: al explicarle el evangelio a un joven, le contó la historia de Jesús y como Él había sido crucificado en la cruz y había resucitado al tercer día y gracias a eso hoy nos ofrece su perdón, debido a Su sacrificio perfecto.  Él se le quedó observando y le dijo con asombro: “Nunca he oído hablar de eso”

“¿Nunca has oído la historia de Jesús muriendo en la cruz por tus pecados?”  Le preguntó mi amigo, asombrado.

“No”, dijo, “pero me gustaría.”

Escuchó atentamente con una mirada de asombro en su cara.  Cuando le preguntó si le gustaría aceptar a Cristo y convertirse en su seguidor, y con determinación dijo: “Sí, eso es lo que me gustaría hacer.”

Este muchacho como cualquier otro, graduado de una escuela secundaria de un pueblo normal, pero nunca había oído hablar de que Cristo había muerto por nuestros pecados.  Al pensar nuevamente en la lectura bíblica del devocional, y en la respuesta del joven al evangelio, me preguntó, ¿si sería posible que muchas más personas de mis contactos diarios nunca hayan oído hablar de Cristo?  Y la respuesta fue un: SI definitivo.

Pablo le dijo a los romanos que su ambición era predicar el evangelio donde Cristo no fuera conocido (Romanos 15:20).  Puede que pensemos que para hacer eso necesitemos un pasaporte y un llamado especial.  Pero eso no es verdad, lo que necesitamos es estar atentos y en oración, listos para aprovechar todas oportunidades que se nos presentan en el día a día.

  1. Si estamos deseando contar Su historia, Cristo nos llevará a aquellos que nunca han oído hablar de Él.
  2. La próxima persona que conozcas, puede que necesite encontrar a Cristo.

HG/MD

“Por esto, la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo” (Romanos 10:17).