Lectura: Juan 14:19-31

Había una mujer que todas las noches antes de irse a dormir limpiaba muy bien su casa.  Lo hacía porque, según pensaba, en caso que el Señor regresara antes del amanecer, encontraría su casa ordenada.  Si bien es cierto esta es una aspiración muy digna e higiénica por así decirlo, no es la más importante.

Existe una enfermedad conocida como trastorno obsesivo compulsivo (TOC), el cual es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por tener pensamientos intrusivos recurrentes (obsesiones) y actos o conductas repetitivas (compulsiones), que la persona realiza para evitar el malestar (ansiedad) que los pensamientos obsesivos le provocan; por ejemplo, hay algunos obsesionados con la limpieza.

Si bien es cierto que a Dios le gusta el orden tal como lo dice 1 Corintios 14:33: “porque Dios no es Dios de desorden, sino de paz”; a Él le interesa más el corazón que el estado de la casa donde vivimos.

En nuestra lectura devocional en el verso Juan 14:21: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, él es quien me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”, nos encontramos dos formas de mantener ese corazón limpio: “Amando a Dios y obedeciendo Sus mandamientos”.  Cuando desobedecemos a Dios ensuciamos su hogar que es nuestro corazón; más cuando somos obedientes, expresamos con nuestro testimonio, que realmente amamos a Dios y demostramos que queremos hacer Su perfecta voluntad.

  1. Ayúdanos Señor a limpiar nuestro corazón, saca el polvo y las telarañas del pecado, quita los malos sentimientos que ensucian nuestro ser, has que tengamos un lugar digno donde puedas habitar.
  2. Nuestro corazón es el hogar de Dios.

HG/MD

“El que tiene mis mandamientos y los guarda, él es quien me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él” (Juan 14:21).