Lectura: Juan 1:1-14
Un ministro en la ciudad de New York, asistió al servicio de navidad en su iglesia, y luego se retiró a un pequeño apartamento donde vivía, que estaba ubicado en un área de la ciudad un tanto peligrosa. Mientras caminaba hacia su casa, pudo pasar por varios bares donde la gente gritaba, decía malas palabras y entonaba canciones de moda con una voz no muy buena, había muchas personas alcoholizadas y desmayadas en las calles.
¡Qué manera más extraña, aun de aquellas personas, de celebrar el nacimiento de Jesús, el Salvador que había venido a la tierra para darnos vida a todos nosotros! Pero parecía que todos ellos habían borrado este importante evento de sus mentes.
El ministro era Robert McGimsey (1898 – 1979), quien inspirado por aquellos contrastes que había visto aquella noche escribió: Tierno Niño Jesús:
Tierno Niño Jesús,
En pesebre te hicieron nacer.
Tierno Niño Santo,
No te supieron reconocer.
No sabían que venías a salvarnos, oh Señor
A llevarte nuestros pecados
Nuestros ojos no vieron, ver no pudieron, no sabíamos quien eras
Esa hermosa melodía ofrece una disculpa a Jesús, por no reconocerlo cuando vino a esta tierra. Pero cada día que abrimos nuestros ojos, es una nueva oportunidad de mirar su nacimiento, vida, muerte y resurrección, con nuevos ojos de entendimiento y aceptación.
- ¿Y tú, lo reconocerás y honrarás como tu Señor y Salvador?
- El cambio total de la historia, inició en un olvidado pesebre en la pequeña y despreciada ciudad de Belén.
HG/MD
“A lo suyo vino, pero los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios.” (Juan 1:11-12).