Lectura: Juan 14:16

Cuando enseñaba en un colegio cristiano, dirigí viajes de estudio de Europa. Antes de salir a la primera gira, yo estaba un poco preocupado, sin embargo sabía que un hermano cristiano griego, nos asistirá durante los 7 días nuestro viaje en Grecia. Me sentí aliviado al descubrir que cuando llegamos a nuestro hotel estaba allí esperando por nosotros. Su conocimiento, orientación y asistencia personal fueron de gran valor. Me dio una gran tranquilidad al tenerlo conmigo.

Jesús instruyó, animó, y conocía a Sus discípulos de forma muy profunda. Cuando Él les dijo que se iba, él les prometió que les enviaría “otro Consolador” (Juan 14:16). Él les estaba diciendo que tendrían a una persona que así como él, les ayudaría.  Así que en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo vino a morar en los creyentes y les dio la misma atención individual, aunque invisible, que Jesús le había dado a sus discípulos.

El Espíritu Santo no es una fuerza mística, sino un Ser personal que vive dentro de cada seguidor de Jesucristo. Él entre otras muchas cosas, es nuestro maestro (Juan 14:26, 16:13), nos renueva (Tito 3:5), e intercede por nosotros (Rom.8:26).

1. Demos gracias al Señor Jesús,  porque nos ha dado enviado un ayudante personal.

2. Los creyentes nunca nos quedamos solos, porque tenemos el Espíritu Santo en nuestro interior.

NPD/DCE