Lectura: Salmo 119:97-106

En la antigüedad los marineros tenían muchos desafíos a la hora de surcar los mares, por ejemplo, para determinar con cierta facilidad la latitud norte o sur donde se encontraban, lo hacían a través de la duración de la luz del día o de la altura del sol.

No obstante, calcular la longitud este u oeste seguía siendo un tema complejo hasta que el relojero John Harrison inventó el cronómetro marino. Se trataba de “un reloj que podía mantener la hora correcta desde el puerto de salida […] hasta cualquier rincón del mundo”; este descubrimiento permitió que los marineros supieran en qué longitud estaban.

De la misma forma, nosotros hoy podemos decir que navegamos por los mares de la vida y que también tenemos una guía espiritual confiable: la Biblia.

El salmista escribió: “¡Cuánto amo tu ley! Todo el día ella es mi meditación” (Salmo 119:97). No estaba hablando de tan sólo dar un vistazo ocasional a la Palabra de Dios, sino de reflexionar en las instrucciones del Señor todos los días: “… tus testimonios son mi meditación” (Salmos 119:99). Esto iba acompañado de un compromiso a obedecer por parte del autor: “He jurado guardar tus justos juicios, y lo he de cumplir” (Salmos 119:106).

Tal como lo hacían los antiguos marineros, hoy necesitamos una guía constante para ayudarnos a encontrar nuestro camino y mantener el curso. Esto es lo que sucede cuando buscamos al Señor todos los días con un corazón abierto y un espíritu dispuesto que declara: “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino” (Salmos119:105).

  1. Si quieres saber qué rumbo debe tener tu vida, acude siempre a la mejor guía de todas: la Biblia.
  2. Para reforzar lo que has aprendido de la Biblia, comparte tus descubrimientos con otros que te rodean.

HG/MD

“Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino” (Salmos119:105).