Lectura: Génesis 37:1-29

Un estudio demostró que el 75% de los conductores manejan solos y mientras más largo sea el trayecto mejor.  Lo ven como una oportunidad para alejarse de presiones y exigencias, oír música o disfrutar del paisaje.  Pero, no siempre es buena idea descansar y alejarse de todo.

Una de las familias más disfuncionales fue la de Jacob, eran 12 hermanos, siendo Rubén el mayor. José era el menor de ellos y tenía un problema, era el soplón que acusaba a sus hermanos con su padre debido a las sus fechorías que cometían (Génesis 37:2).  También, se nos dice que en una oportunidad José acusó a sus hermanos ante su padre, y luego tuvo un sueño sobre cómo sus hermanos tendrían que postrarse ante él (v.10-11). Posteriormente, cuando los hermanos lo vieron venir, empezaron a planear cómo deshacerse del soplón de una vez por todas (v.18). Rubén encontró una alternativa para salvarlo: “Échenlo en una cisterna” (vv.21-22); pensaba regresar después y rescatar a José, pero llegó demasiado tarde.

Rubén se tomó un descanso y asumió que cuando regresara todo estaría en el mismo lugar donde lo había dejado.  La Biblia no dice adónde fue Rubén, lo cierto es que no estaba cerca cuando sus hermanos vendieron a José a unos esclavistas (v.28). Tal vez sólo necesitaba un descanso de sus hermanos airados y llenos de odio.

Hay una realidad, esforzarse para hacer lo correcto todo el tiempo puede llegar a cansar mucho. A veces uno desea poder ser irresponsable, como ese amigo o hermano despreocupado que parece salirse con la suya siempre.   Si eres primogénito como Rubén, tal vez sientas una presión mayor para tener éxito y ser un buen ejemplo, o para resolver los problemas de todo el mundo.

Cuando Rubén se dio cuenta de que en realidad había metido la pata, preguntó: “Y yo, ¿Adónde iré?” (v.30).  Había dejado de hacer lo correcto y ahora tendría que llevar ese remordimiento por muchos años, había perdido a su hermano pequeño, ¿qué le diría a su papá?

  1. No sé si has estado en una situación en la que digas: ¿Adónde iré? o, ¿Qué puedo hacer?  Es ahí cuando debes recordar que siempre podrás acudir a nuestro Señor pidiendo su auxilio.  Él nunca descansa de cuidarte. 
  2. No cedas a la tentación de dejar de hacer lo correcto, ese es el precio de nuestro camino de fe, y las consecuencias de no hacerlo pueden ser mortales.

HG/MD

“Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene jamás lo echaré fuera” (Juan 6:37).