Lectura: Salmos 98:1-9
La música acompaña al hombre desde sus inicios y queda evidenciado en Génesis 4:21: “…Jubal, quien llegó a ser padre de todos los que tocan el arpa y la flauta.”
También es cierto que hay personas y familias con grandes habilidades naturales para la música, tal es el caso de los grandes compositores de los diferentes géneros, y existen también familias enteras que se dedican a la música, algunos dirían que tienen la música por dentro.
El Salmo 98 nos habla con respecto a una canción que nació del corazón de su creador, en el Salmo él llama a otros para que se integren y canten al unísono con las siguientes palabras: “¡Canten al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas!… El Señor ha dado a conocer su victoria; ante los ojos de las naciones ha manifestado su justicia. Se ha acordado de su misericordia y de su fidelidad…” (Salmos 98:1-3).
En el corazón del salmista lo que rebosaba era la alabanza, sentía tanta emoción que usó figuras literarias como la de llamar a los ríos para que aplaudieran con sus manos y que los montes manifestaran su gozo (vv.4,8).
Nosotros por supuesto debemos estar agradecidos con Dios en todo momento, por todas sus misericordias inmerecidas y su cuidado de nosotros y de quienes amamos, no existen palabras suficientes para expresar lo que en verdad sentimos por Él.
No importa si cantamos bien o no, cuando entendemos todo lo que ha hecho por nosotros, no podemos sino cantar gozosamente desde nuestro corazón ante el Dios y Señor de Señores.
- La alabanza es tan sólo el desbordamiento del gozo de los corazones que saben quiénes son delante de Dios.
- Cantemos al Señor, Él merece que lo hagamos, esa es la música que brota desde nuestro corazón.
HG/MD
“¡Canten alegres al Señor, toda la tierra! Prorrumpan, estallen de gozo y canten salmos.” (Salmos 98:4).