Lectura: 1 Reyes 19:1-8

A muchísimas personas les encanta el sabor particular y la energía que brinda el chocolate.  Sin embargo, unos ingenieros británicos descubrieron un uso adicional que se le puede dar a este particular alimento de la naturaleza.

Fabricaron un automóvil que funciona a base de aceites vegetales extraídos del chocolate, y la energía que provee este combustible le permite al motor desarrollar hasta 215 km por hora.

La Palabra de Dios también nos habla de la sorprendente energía que proviene de los alimentos.  En el monte Carmelo, luego de que Dios utilizó a Elías para hacer descender fuego del cielo, él tuvo lo que se podría calificar como una especie de depresión mezclada con rabia y melancolía.  Ante este estado de ánimo del profeta Elías, el Señor le envió un ángel quien le proveyó comida, bebida y descanso al agotado hombre.

El poder sustentador de aquel alimento celestial fue extraordinario: “Se levantó, comió y bebió. Luego, con las fuerzas de aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios” (1 Reyes 19:8).

De la misma forma que necesitamos de la comida y bebida para sustentar nuestra vida física, necesitamos ser fortalecidos con los nutrientes que encontramos en la Palabra de Dios.

  1. La Biblia es “más dulce que la miel que destila del panal” (Salmos 19:10), alimenta nuestra alma y nos provee de energía para el largo viaje de la vida.
  2. La Palabra de Dios hace “sabio al sencillo” (v.7).  Dedica tiempo a leerla y meditar en los principios aplicables para nuestro tiempo.

HG/MD

“El temor del Señor es limpio; permanece para siempre. Los juicios del Señor son verdad; son todos justos. Son más deseables que el oro; más que mucho oro fino. Son más dulces que la miel que destila del panal.” (Salmos 19:9-10).