Lectura: 2 Corintios 4:16-5:9

Cuando Faryd Mondragón entró al campo de juego, el 24 de junio de 2014 en el minuto 39 del segundo tiempo del partido contra Japón, le arrebató el récord al exjugador camerunés Roger Milla, quien con 42 años, un mes y 8 días, era hasta ese momento el futbolista de más edad que jugaba en un encuentro mundialista.  Mondragón con 43 años y 3 días, demostró que todavía tenía grandes habilidades a una edad en que la mayoría de los jugadores se ha retirado de la competencia profesional.

No obstante, poco importa cuánto nos esforcemos, nadie puede detener el proceso natural del envejecimiento.  Si bien es cierto podemos hacer ejercicios, comer de manera saludable y aplicarnos tratamientos anti-edad, aun así finalmente envejecemos.  Esta innegable verdad la encontramos en 2 Corintios 4:16: “…aunque se va desgastando nuestro hombre exterior…”.

Pero no sigamos hablando de las malas noticias, hablemos de las buenas.  Al mismo tiempo que nuestros cuerpos caminan hacia el deterioro normal, podemos disfrutar de una vitalidad diferente, y porque no decirlo, hasta juvenil en nuestro andar con Dios.  Esto ocurre gracias a la renovación constante de nuestro espíritu: “…el interior, sin embargo, se va renovando de día en día” (2 Cor.4:16). La edad espiritual no funciona de la misma forma que la edad física.  En lugar de debilitarnos, cuanto más tiempo caminemos con Dios, disfrutaremos más y más los pasos saludables y entretenidos a su lado; mientras más cerca estemos de Él, mejor nos sentiremos.

  1. Crecer espiritualmente es una necesidad del creyente. Las experiencias que acumulamos unidas a las aflicciones que soportamos en nuestro andar con Dios, aportarán a nuestra salud espiritual.

 

  1. Entre más nos parecemos a Jesús, más cerca estamos de Dios. “Sean ustedes imitadores de mí; así como yo lo soy de Cristo” (1 Cor.11:1).

HG/MD

“Por tanto, no desmayamos; más bien, aunque se va desgastando nuestro hombre exterior, el interior, sin embargo, se va renovando de día en día (2 Corintios 4:16).