Lectura: Proverbios 13:1-25

Un hombre fue invitado a la casa de unos amigos para cenar. La comida fue excelente, a excepción de la tarta de manzana. A pesar de ello, encontró algo bueno que decir sobre el pastel.

Varias semanas más tarde, el hombre visitó de nuevo a sus amigos para cenar. Esta vez ofrecieron un pastel de cereza que estaba absolutamente delicioso, pero el visitante no dijo una palabra al respecto, lo cual molestó a la anfitriona, quien finalmente dijo: “La última vez que estuviste aquí, serví un pastel del cual me sentía avergonzada;  sin embargo dijiste varias cosas buenas sobre él. Esta noche he servido lo que creo que es la mejor tarta que he hecho, y no has dicho ni una palabra sobre ella. ¿Por qué?”

El hombre sonrió y respondió: “El pastel de cerezas de esta noche fue fantástico, y la tarta de manzana que serviste la última vez no estaba tan buena como esta.  ¡Así que ya ves, la tarta de manzana necesitaba más elogios!”  Nuestras relaciones con las personas son así, algunos necesitan más aliento que otras. No importa cuán imperfecto pueda ser alguien, siempre debemos elogiar sus características positivas.

A nuestro alrededor hay muchas personas expertas en desanimar a otros, tal vez incluso en nuestros hogares.  Ellas necesitan meditar en sus palabras antes de expresarlas tal y como lo dice el Proverbio 12:25 “La congoja abate el corazón del hombre, pero la buena palabra lo alegra” (Proverbios 12:25). Y es reafirmado en el Proverbio 13:3: “El que guarda su boca guarda su vida, pero al que mucho abre sus labios le vendrá ruina”.

  1. ¡Vamos a buscar maneras de dar lo mejor de nosotros a quienes necesitan de nuestro aliento!
  1. ¡Si hoy ves a una persona que no tiene una expresión de alegría en su rostro, obséquiale una sonrisa de las tuyas!

MD/HG

“El que guarda su boca guarda su vida, pero al que mucho abre sus labios le vendrá ruina” (Prov.13:3)

Este devocional forma parte del estudio Proverbios: Sabiduría Divina para la Vida Diaria.