Lectura: Isaías 42:1-9

El escritor y apologeta cristiano Francis Schaeffer (1912-1984), tuvo muchas dificultades durante su tiempo en la universidad pues tenía dislexia, lo que le hacía confundir las palabras.  Una vez un profesor le dijo: “Esta es la mejor monografía de filosofía que he leído en toda mi vida, pero es la peor escrita. ¿Qué voy a hacer? No puedo aprobarte”.

Francis inmediatamente le respondió: “Señor, nunca pude escribir bien. Por favor, ¿podría simplemente leer lo que quise decir, sin preocuparse por la ortografía?”.

Luego de pensarlo por unos momentos, el profesor contestó: “¿Sabe, Sr. Schaeffer? Me parece que eso es lo que haremos”.  Esa respuesta sabia y compasiva estimuló a este joven dotado, para que, posteriormente, ayudara a muchas de las generaciones inquisitivas a encontrar el camino a la fe en Cristo.

El profeta Isaías declaró sobre el Mesías prometido: “No quebrará la caña cascada ni apagará la mecha que se está extinguiendo; según la verdad traerá justicia” (Isaías 42:3). Esta imagen habla de una persona amable, pero también poderosa, que libera a los cautivos y anima a quienes están descorazonados y tentados a caer en la desesperación.

  1. El Señor Jesús vino a liberar al cautivo del pecado y dar vida a aquel que estaba muerto, no para burlarse de nuestra terrible condición.
  2. Las palabras sabias y misericordiosas pueden más que las palabras llenas de veneno y reproche: “La suave respuesta quita la ira, pero la palabra áspera aumenta el furor” (Proverbios 15:1).

HG/MD

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18).