Lectura: Apocalipsis 21:9-27

El planetario Fiske de la Universidad de Colorado, estaba pasando por una situación muy difícil en sus finanzas, así que su director ideó una campaña, por así decirlo cósmica, con el fin de recolectar fondos para continuar con su labor de educación e investigación, así que imprimió unos folletos que invitaban a comprar lotes de 400 hectáreas en el planeta Marte, a cambio de una donación de 20 dólares.

El folleto indicaba lo siguiente: “Esta ganga ofrece cielos color rosa, jardines rocosos sin límites, y no una, sino dos lunas.  Es muy tranquilo, apacible y romántico, hasta los naturales de ahí son amigables”; continuaba diciendo: “Con tan sólo una sexta parte de la gravedad de la Tierra, su juego de golf mejorará inmensamente: los tiros pueden viajar 6 veces más lejos.  Marte le dará un mundo de aventura para toda la familia”.

La campaña fue todo un éxito y atrajo a personas de todo el país para donar esos 20 dólares a cambio de un “titulo” de propiedad en el planeta rojo, el cual por supuesto sería imposible de disfrutar.

Si esta historia cautivó tu atención, piensa en la mejor de todas las propiedades: el cielo.  Como expresión máxima de su amor, Dios nos prometió que todos los que hayamos depositado nuestra fe en Jesús como Señor y Salvador, tendremos un lugar en el cielo; pero, esto no se trata de “una noticia falsa”, un “truco publicitario” o una “promesa sin respaldo”.  Dios mismo es quien respalda esa promesa, es un lugar real, donde no habrá más llanto o dolor, ni muerte, y los habitantes se regocijarán por siempre en la misericordia de Dios (Apocalipsis 21:4).

  1. La oferta de vida eterna de Dios (Juan 3:14-16), puede sonarte demasiado para ser verdad, pero no lo dudes, es toda una realidad y es demasiado buena como para pasarla por alto.
  2. En este último día de un año que ha sido más complicado a causa de la pandemia, es un buen momento para aprovechar la mejor de las ofertas: Dios mismo tiene las puertas abiertas del cielo, para todos aquellos que abren su corazón arrepentido a la gracia salvadora por medio de Jesús (Tito 2:11-12).

HG/MD

“Porque la gracia salvadora de Dios se ha manifestado a todos los hombres” (Tito 2:11).