Lectura: Salmos 104:10-24
Dentro de toda la increíble y delicada creación de Dios, las mariposas son de las más hermosas, por su encantador vuelo, lo colorido de sus alas y sus patrones migratorios, los cuales son rasgos que la convierten en una las obras maestras de la creación.
Este insecto volador no solo deleita la vista, sino que también nos proporciona ejemplos extraordinarios de la maravillosa obra creadora de Dios.
Tan sólo por citar un ejemplo, la mariposa monarca puede recorrer 4.800 kilómetros al migrar a América Central, y llegar exactamente al mismo árbol donde sus padres, o incluso sus abuelos, se posaron una o dos generaciones antes. Esto lo hace guiada por un cerebro del tamaño de la cabeza de un alfiler.
También podemos reflexionar acerca de su metamorfosis: después de que la oruga se envuelve en una crisálida, libera una sustancia química que convierte su interior en una pasta casi uniforme. De algún modo nuestro Señor ideó que de allí emerjan el cerebro, los órganos internos, la cabeza, las patas y las alas de una mariposa.
Un experto en estos insectos declaró: “La transformación del cuerpo de una oruga en el cuerpo y las alas de una mariposa es, sin duda, una de las maravillas de la vida sobre la Tierra”. Otro estudioso piensa que la metamorfosis es “merecidamente considerada un milagro”.
- ¡Cuán innumerables son tus obras, oh Señor! (Salmos 104:24). Sabes, tú también eres una de las maravillosas obras de Dios (Salmos 139:13-16).
- El más increíble de los milagros es una vida salvada de la más terrible condición a causa del pecado, solamente por la misericordia de Dios.
HG/MD
“Te doy gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien” (Salmos 139:14).