Lectura: Romanos 12:1-10

Un día estaba mirando a una mujer quien se pintaba las uñas de las manos; mientras más la observaba empecé a ver algo que me llamó la atención.  La mano derecha era la que hacía la mayor parte del trabajo, pero la izquierda era la que más atención recibía. Con delicadeza, la mano derecha aplicaba el esmalte a las uñas de la izquierda, pero al carecer de habilidad y coordinación, la izquierda no le devolvía el favor a la derecha. El esmalte de la derecha lucía corrido y no tan delicado como el de la izquierda. Mientras una mano hacía el mejor trabajo, la otra recibía todo el cuidado y la consideración.

Luego de mirar esto, mis pensamientos se fueron hacia temas más importantes. En nuestras iglesias locales existen personas que son sumamente talentosas y hacen que los demás luzcan bien.  No obstante, estas personas suelen pasar desapercibidas, porque su labor consta en que la atención se centre en otros.  Esto parece injusto para quienes hacen un trabajo tan bueno, pero que son tan poco reconocidos.

Todos nosotros, como discípulos de Jesús, debemos tener una mentalidad de siervo, dando siempre más importancia a los demás (Romanos 12:10), ya que sabemos que Dios ve lo que otras personas no ven y recompensará a quienes realicen su labor con toda la disposición, aunque a menudo pase desapercibida por los demás (Mateo 6:4,6,18; 1 Corintios 12:24).

¿Alguna persona está cosechando el fruto de tu arduo trabajo? Recobra el ánimo, Dios recompensa a aquellos que trabajan de manera invisible para hacer que Cristo sea visible al mundo.

  1. Ten siempre presente en tu mente, que el trabajo que haces es para el Señor y para bendición de las personas a tu lado.
  2. Cuando tengas dudas, antes de continuar pregúntate siempre qué haría Jesús si estuviera atravesando tu situación. Sirve con buena actitud, Dios mira tu corazón.

HG/MD

“Porque de la manera que en un solo cuerpo tenemos muchos miembros pero todos los miembros no tienen la misma función” (Romanos 12:4).