Lectura: Mateo 18:21-35
Quizás una de las fotos más emblemáticas de la guerra de Vietnam, es en la que se aprecia a un grupo de aldeanos huyendo de su aldea incendiada por el terrible explosivo conocido como Napalm, que tiene la particularidad de incendiar todo lo que toca.
En esta fotografía se ve a una niña que corre sin ropa debido a que la sustancia que se desprendió en la explosión, le quemó su ropa y le causó graves heridas en la piel; su nombre es Kim Phúc, actualmente tiene 57 y vive en Canadá. El hombre ordenó el ataque aéreo y por lo tanto responsable de soltar el explosivo era John Plummer, y le habían asegurado que la zona que atacarían incluida la villa, estaba libre de civiles, aunque en los últimos años han aparecido otras versiones de esta situación.
Durante una ceremonia en conmemoración a este amargo hecho de la historia, la señora Kim fue invitada para compartir sus pensamientos y para motivar que este tipo de hechos no se vuelvan a repetir; en medio de su charla mencionó que perdonaría al piloto si lo tuviera al frente.
Para sorpresa de todos los que estaban ahí presentes, el sr. Plummer estaba entre el público, ya que había oído que Kim estaría ahí y quería oír lo que esta mujer diría. Al terminar la ceremonia, los dos tuvieron la oportunidad de conocerse. Un periodista quien fue testigo de ese encuentro, escribió que Plummer decía: “Lo siento, lo siento”, y Kim le decía: “No importa, te perdono”.
Pero, ¿cómo pudo perdonar esta mujer al responsable de marcarla con cicatrices de por vida? Kim había conocido al Señor Jesús luego de la guerra de Vietnam y John también, ambos habían comprendido lo que significaba el arrepentimiento y el perdón, cómo darlo y cómo recibirlo, ¡cuán extraordinario es nuestro Señor, si lo dejamos tomar el control de nuestras vidas!
- Estas dos personas habían sido perdonadas por el Señor y el ciclo del perdón ahora les permitía perdonar a otros. ¿Has sido perdonado? ¿Has perdonado a otros?
- Cuando creas que es imposible perdonar, recuerda cuánto te han perdonado a ti.
HG/MD
“Soportándose los unos a los otros y perdonándose los unos a los otros, cuando alguien tenga queja del otro. De la manera que el Señor los perdonó, así también háganlo ustedes” (Colosenses 3:13).