Lectura: Lucas 6:45-49

Algunas investigaciones han dado a conocer datos muy interesantes con respecto a nuestras conductas, por ejemplo en uno de estos estudios, se llegó a la conclusión de que los valores que afirmamos tener no están tan estrechamente ligados a nuestra conducta real, tal como nos gustaría que fueran.

Por ejemplo, un comerciante muy exitoso decía que su hijo de siete años era lo más importante en su vida, pero debido a sus ocupaciones él tenía que salir de su casa antes de que niño se levantara y muy a su pesar regresaba casi siempre cuando ya estaba dormido.  Debido a ello, un día se le ocurrió que sería bueno llevarlo un sábado con él al trabajo.  Luego de dar un vistazo por la oficina de su papá le hizo la siguiente pregunta: “Papi, ¿aquí es donde vives?  Muy a pesar de que este hombre decía que su hijo era lo más importante en su vida, sus hechos y conducta demostraban lo que realmente era valioso para él.

Lo mismo aplica para nuestra relación con el Señor, Él nos pide obediencia y dependencia, no una relación que se base en sentimientos pasajeros o en creencias infantiles que demanden y exijan como si Dios fuera una máquina que dulces.  Es por ello que Jesús le pregunta a los que seguían: “¿Por qué me llaman: ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que digo?” (Lucas 6:46).  Adicional a esto el Señor ilustró este principio con la parábola de los edificadores sabios y necios (Lucas 6:47-49).  El fundamento sólido como las rocas que tenía la casa del constructor sabio, ilustra nuestra obediencia a Dios, al hacer esto nos aferramos al Señor, y podremos resistir las tormentas de la vida.

  1. Lo que hacemos, es mucho más importante que lo que decimos, y revela lo que en verdad valoramos.
  2. Si quieres demostrar lo que valora tu corazón, muestra que Dios ocupa el centro de tu vida (Lucas 6:45).

HG/MD

“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón presenta lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón presenta lo malo. Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45)