Lectura: Hebreos 4:12-13

Cuando una adolescente llamada Poh Fang supo del amor de Jesús hacia ella y lo recibió como Salvador, sus padres no estaban muy convencidos de las cualidades positivas del cristianismo. Entonces, mandaron con ella a la iglesia a la hermana mayor, para que la vigilara. Pero sucedió algo que no esperaban: la eficaz Palabra de Dios penetró en el corazón de esta joven y ella también aceptó a Cristo como Salvador.

Hablando de la Palabra de Dios, el salmista dijo: «… con [tus mandamientos] me has vivificado» (Salmo 119:93). Este es el testimonio de Poh Fang, de su hermana y de todos los que conocen a Cristo como Salvador: Su Palabra es «eficaz, […] y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12).

La Palabra de Dios nos muestra nuestro pecado y sus consecuencias: «Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23); y «la paga del pecado es muerte» (6:23). Nos habla del amor de Dios y de la salvación que Él proveyó: «Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, […] nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)» (Efesios 2:4-5). Además, da sabiduría para la vida diaria: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» (Salmo 119:105).

Hoy dos pensamientos para meditar:

1.  Señor, gracias por tu Palabra eficaz que nos da vida y nos guía en nuestro andar diario.

2.  Muchos libros informan, pero sólo uno transforma: la Biblia.

NPD/AC