Lectura: Lucas 3:1-19

En el capítulo 3 del Evangelio de Lucas, nos encontramos con lo que normalmente en nuestro tiempo reconoceríamos como “líderes con poder”; él nos menciona a siete líderes que controlaban la sociedad de su época.

El emperador romano Tiberio César ejercía el poder sobre la vida y la muerte de las personas de su vasto imperio. Poncio Pilato representaba a Roma como gobernador en Judea; mientras que Herodes, Felipe y Lisanias comandaban la región. En tanto, Anás y Caifás eran sumos sacerdotes, y tomaban con seriedad su autoridad religiosa.

Mientras estos personajes con “poder” actuaban autoritariamente, “… vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto” (v. 2). Y desde un punto de vista meramente humano, este extraño hombre que vivía en el desierto y escuchaba la voz de Dios, no parecía la gran novedad.

¿Qué podría lograr Juan el Bautista “… predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados” (v. 3)?  Sin embargo, multitudes acudían a él buscando la verdad, dejando sus maldades y preguntándose si era el Mesías (vv. 7, 15). Juan les dijo: “… viene el que es más poderoso que yo […]; Él les bautizará en el Espíritu Santo y fuego” (v. 16).

  1. La vida de Juan nos permite entender qué significa ser importante a los ojos de Dios, es por ello que debemos ser líderes, pero al servicio del Señor y de nuestro prójimo, esto debe ser lo más importante en nuestras vidas.
  2. Que todo lo que digamos y hagamos sea para guiar a otros a fin de que conozcan a Cristo.

HG/MD

“Juan respondió a todos diciendo: Yo, a la verdad, les bautizo en agua. Pero viene el que es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado. Él les bautizará en el Espíritu Santo y fuego” (Lucas 3:16).