Lectura: Salmo 121:1-8
Me gusta visitar Parques Nacionales en los diferentes lugares donde voy; existe uno llamado Parque Nacional Torres del Paine, en Chile.
El punto más alto de este parque es el Cerro Paine Grande, con 2884 metros de altura. Las famosas Torres del Paine, con sus picos de granito, tienen altitudes que van desde los 2260 metros (Torre Norte) hasta los 2500 metros (Torre Sur).
Al mirar estas maravillas que el Señor ha creado, me digo, levanta la vista aún más, pues estas son tan sólo obras del Creador, quien es aún más alto y grande.
Es interesante entender que en el camino que los llevaba a Jerusalén el pueblo de Israel solía cantar lo que se conoce como “cánticos graduales” (Salmos 120–134), esto con el fin de asistir a las tres fiestas anuales de los peregrinos. El Salmo 121 comienza diciendo: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?” (Salmos 121:1), a lo cual le sigue la respuesta: “Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra” (Salmos 121:2).
El Creador no es un ser lejano, sino un compañero permanente y siempre atento a nuestras circunstancias (Salmos 121:3-7), Él nos guía y protege en nuestro viaje por la vida “desde ahora y para siempre” (Salmos 121: 8).
- Debemos mantener nuestra mirada fija en Dios, nuestra fuente de socorro y en quien encontramos verdadera vida eterna.
- Así que, al estar desanimado, recuerda levantar tu mirada hacia quien es tu verdadero protector y a quien te sostendrá siempre.
HG/MD
“Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?” (Salmos 121:1)
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