Lectura: Apocalipsis 1:9-18

¿Cuál es la actividad más grande a la que le podemos dedicar nuestro tiempo? ¡Adorar a Dios! La adoración no es repetir ruegos apresurados y rutinarios o escuchar música que induzca al estado de humor. La adoración es la experiencia de estar “perdido en el asombro, el amor, y la alabanza,” tal y como lo escribió Charles Wesley. Es el sobrecogimiento lo que inspira la adoración.

La primera vez que vi el Gran Cañon me quede sin habla. El amigo que me llevó allí apreció mi reacción y se quedó en silencio a mi lado. Me quede mirando sobrecogido ante este magnifico espectaculo y pense: Este es un vistazo a la majestad de Dios. Pero mi sobrecogimiento, en si, no era adoración.

Mi reacción es diferente cuando me enfrentoó cara a cara con Jesús en las Escrituras. El sobrecogimiento se transforma en adoración cuando lo contempló en toda Su belleza. ¿Qué es lo que cautiva mi alma? Su inmaculada pureza: «¿Quién de vosotros me prueba que tengo pecado?» (Juan 8:46). Su incomparable sabiduria: “¡Jamas hombre alguno ha hablado como este hombre habla!” (Juan 7:46). Su infinita piedad: “Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas” (Mateo 9:36). Y Su abrumadora majestad: “Y se transfiguró delante de ellos” (Mateo

Al ver a Jesús en los evangelios, mi sobrecogimiento se transforma en adoración. Me inclino en adoración y exclamo junto con Tomas: «¡Señor mio y Dios mio!» (Juan 20:28).

Alabaré al Señor con todo mi corazón. Todas tus maravillas contare. -Salmos 9:1

1. ¿Aun te sorprendes al descubrir las pequeñas grandes cosas que Dios ha hecho por ti?  ¿Estás respirando, no es cierto?  Pues se debe a que Dios creó el oxigeno, lee el relato de la Creación en los primeros capítulos del Genesis

2. ¿Qué cautiva tu alma?  Sólo tu sabes la respuesta.

NPD/VCG