Lectura: Colosenses 3:12-25
En algunos lugares los inviernos pueden ser muy duros, con temperaturas que llegan a varios grados bajo cero y nieve constante.
Una vez en uno de esos sitios, mientras un hombre removía por enésima vez la nieve de su entrada, el cartero se detuvo para preguntarle cómo estaba.
Entonces, el hombre le respondió en un tono poco amigable que ya estaba cansado de tanta nieve y le dijo que seguramente su trabajo como cartero sería de los más desagradables en aquellos momentos. El hombre le contestó: “Sí, por supuesto que es muy duro, pero al menos tengo trabajo, hay muchos que no tienen trabajo, así que estoy agradecido con Dios por haberme bendecido con este trabajo”.
Esta actitud de gratitud, por lo menos a mi me hace sentir culpable, ya que cuando las situaciones se vuelven complicadas es difícil ser agradecidos.
El apóstol Pablo de dio el siguiente consejo a sus amigos de Colosas: “Y la paz de Cristo gobierne en su corazón, pues a ella fueron llamados en un solo cuerpo, y sean agradecidos” (Colosenses 3:15), y no se quedó ahí, a sus queridos habitantes de Tesalónica les dijo: “Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18).
- Aun en los momentos más complicados de nuestra vida, podemos confiar en que Dios nos puede consolar con su paz, permitiendo que inunde nuestro corazón de esperanza.
- En esta época del año donde todo es tan convulso, permítete un momento para agradecer a Dios por todo lo recibido y también por lo que no recibiste.
HG/MD
“Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18).