Lectura: Juan 4:46-54

En muchas ocasiones el Señor contesta de forma maravillosa nuestras oraciones, pero Dios no quiere que pensemos que siempre será de esta forma.  Eso fue lo que le sucedió al oficial cuando el Señor lo reprendió por su falta de fe, pero ante su insistencia, el Señor le indicó lo siguiente: “Ve, tu hijo vive” (Juan 4:50).  Ante estas palabras de Jesús, el hombre creyó en aquel momento y mostró su fe obedeciendo, “se puso en camino”ante el sencillo pero poderoso mensaje del Señor: “Ve” (Juan 4:50).

Al regresar a su casa, el oficial se dio cuenta de que su hijo había sido sanado “a la una de la tarde” (Juan 4:52).  En algunas versiones dice a las 7 horas, pues se calcula el tiempo a partir del amanecer; de esta forma se enteró que su hijo fue sanado exactamente a la hora que el Señor pronunció las palabras: “Ve, tu hijo vive” (Juan 4:50). 

Es increíble descubrir que el tiempo de Dios es perfecto, y que sus maravillosas intervenciones también son perfectas de acuerdo con su voluntad.  Debemos estar contentos cuando Dios responde con un “no” o un “espera”, agradeciéndole de la misma forma, como si hubiéramos recibido un si como respuesta a nuestras oraciones.

  1. Nuestra fe no es probada en los tiempos de tranquilidad y confort,  sino en momentos de aflicción y enfermedad; es ahí cuando mostramos que “andamos por fe, no por vista” (2 Corintios 5:7).
  2. Creer es ver lo que nuestros ojos no ven. Esperemos y aceptemos con fe, las respuestas perfectas de Dios

HG/MD

“Porque andamos por fe, no por vista” (2 Corintios 5:7).