Lectura: Josué 24:2, 8-14
Era un barrio bastante pobre y en él vivía una madre a quien su esposo había abandonado junto con su hija de 7 años. La situación era complicada porque el dinero escaseaba y tan sólo tenían lo básico para alimentarse y salir adelante. Un día mientras la niña jugaba con una pequeña bolita, su madre miró la mesa y en el centro había una canasta de frutas que estaba vacía, entonces se le escapó la siguiente frase: “¡Si tan solo tuviera unas frutas, me sentiría la mamá más feliz del mundo!”. Su hijita la escuchó.
Pocos días luego de ese momento, Dios continuaba sustentándolas y la madre fue bendecida con un trabajo de medio tiempo que le permitía tener un ingreso adicional, y continuar cuidando a su pequeña por las tardes; gracias a ello pudieron comprar algunas cosas más, entre ellas algunas frutas. Ese día cuando la niña regresó de la escuela, entró a la cocina y, señalando la canasta exclamó: ¡Mira, mamá, somos las personas más felices del mundo!”. Para la mente de aquella niña ese pequeño cambio fue asombroso.
En nuestra lectura devocional leímos con respecto a Josué, el líder israelita, quien en ese momento estaba a punto de morir y recordó todo lo que Dios había hecho por ellos: “estuvieron muchos años en el desierto”, y el Señor les había dado a ellos unas ciudades que no edificaron y en las cuales habitaban. Y comían de las viñas y de los olivares que no plantaron (Josué 24:7,13). Como recordatorio, Josué colocó una piedra grande para que Israel no olvidara la provisión divina (Josué 24:26).
Tal y como sucedió con los israelitas, después de un tiempo de luchas y escasez, aquella familia pudo superarse con mucho esfuerzo y sacrificio, y ahora viven en otro lugar, con árboles frutales en su jardín; de hecho, si las visitas verás una canasta con frutas en la cocina. Así como aquella piedra para los israelitas, las frutas sobre la mesa les recuerda la bondad de Dios, la fe, el gozo y la visión de aquella niña.
- Dios nos ha suplido con muchas bendiciones que en verdad no merecemos pero que en su misericordia nos ha brindado.
- Gracias Señor porque en verdad debemos ser las personas más felices del mundo; tenemos el mejor de los futuros a tu lado si hemos puesto nuestra fe en tu obra redentora.
HG/MD
“Así que, teniendo el sustento y con qué cubrirnos estaremos contentos con esto” (1 Timoteo 6:8).
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