Lectura: Oseas 11:1-12

Me gustan las plantas y por ello mantengo un buen número de ellas en mi casa.  Las plantas pueden ejemplificar la forma en la cual nos relacionamos con otras personas.  Pensemos en este caso; si descuido un helecho, no recibe suficiente agua, luz y abono, sus hojas rápidamente se empezarán a secar; de la misma forma este ejemplo se puede aplicar cuando se trata de una amistad que se ha vuelto frágil, se hace necesaria una intervención, sino pronto esa relación se entorpecerá y quizás hasta muera por falta de atención.  Quizás desde hace tiempo no hayas hablado con esa persona, o incluso nunca hayas orado por esa persona.

Esto también puede aplicarse a nuestra vida, ya que al igual que el helecho del ejemplo, mientras no estemos en crisis, tendemos a pensar que somos autosuficientes, y por supuesto descuidamos nuestra vida de oración, y escogemos pasar menos tiempo con Dios y más en nuestros propios intereses egoístas.  Esto por supuesto es un error; cuando pensamos que no necesitamos a Dios es cuando más lo necesitamos.

En nuestra lectura devocional en el libro de Oseas, se resume la relación de Dios con su nación escogida Israel, de ella entendemos que, si Dios bendice, nosotros debemos estar agradecidos; si Dios satisface, entonces no nos tomamos el crédito, si Dios retiene su bendición, entonces nos damos cuenta de nuestra necesidad; si Dios revela nuestro pecado, entonces nos arrepentimos, si Dios perdona, entonces nosotros seremos beneficiados por su gracia maravillosa e inmerecida.

1. De mis plantas he aprendido que debo orar, incluso cuando no veo mi necesidad. Somos dependientes de Dios tanto si estamos en crisis como cuando recibimos sus bendiciones.

2.  No hay día en el que no necesitemos a Dios, hablemos con Él siempre, aunque tu no creas que lo necesitas.

HG/MD

“Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo iré para presentarme delante de Dios?” (Salmos 42:2).