Lectura: Apocalipsis 21:1-5

Un amigo vive muy cerca del lago Michigan. Durante el invierno las condiciones del tiempo que provoca el lago, hace que las carreteras cercanas a él se vuelvan peligrosas, pues cuando las circunstancias se dan, la nieve se convierte en un ligero polvo blanco que limita la visibilidad a los conductores, y esto hace que difícilmente se pueda ver más allá de un metro (2 pies) de distancia.

Me contó que un día muy frío de invierno, la familia se dirigía a visitar a unos amigos que los habían invitado a la casa; mientras avanzaban junto al Lago las condiciones climatológicas empeoraron y se volvieron muy peligrosas, pero consiguieron llegar a su destino.  No obstante, en la noche cuando llegó la hora de regresar, el clima se complicó aún más, la autopista se cubrió de una fina capa resbaladiza de hielo en ciertos tramos, y mientras avanzaban camino a su casa fueron testigos de algunos automovilistas que habían caído en la zanja.  La situación se hizo más difícil, cuando kilómetros antes de llegar a su casa se vieron envueltos por una fina capa de nieve blanca, lo que les hacía conducir muy pero muy lento; como resultado, un recorrido de una hora se tornó en tres arduas horas de manejo, finalmente llegaron a casa, y casi al unísono todos exclamaron: “¡Gracias a Dios que estamos en casa!”.

¿Sentiremos lo mismo al llegar a nuestra casa celestial?  El peligroso camino que enfrentamos en nuestro viaje terrenal algún día acabará.  Las tentaciones, las tensiones y todas las decepciones quedarán en el pasado.  Y lo mejor de esto es que estaremos para siempre con el Señor.

  1. ¡Sí que nos alegraremos al llegar a nuestro verdadero hogar, el hogar Celestial!
  2. Para un creyente la mejor forma de describir con una palabra el significado de cielo es: HOGAR.

HG/MD

“Porque aquí no tenemos una ciudad permanente sino que buscamos la que ha de venir” (Hebreos 13:14).