Lectura: Efesios 5:1-16

Las matemáticas son una materia amada por muchos y odiada por otros.  Tengo un amigo que está reviviendo, al lado de su hijo en edad escolar, todos los recuerdos y lecciones que aprendió en el pasado sobre las matemáticas.  Al menos una vez a la semana se sienta con su hijo a ayudarle a resolver los problemas, verificando que siga las instrucciones.

En muchas ocasiones, durante su sesión semanal de matemáticas, él se da cuenta que su hijo está entendiendo muy bien todos los procedimientos, de hecho se ha sorprendido pues muchas veces su hijo capta mejor el procedimiento aplicable para los ejercicios, pero también es una realidad que muchas veces, a pesar de hacer su mejor esfuerzo, obtiene la respuesta equivocada; la razón: no usa bien la fórmula que se le brindó, no sigue el paso a paso necesario para resolver el problema.

Todos en algún momento hemos cometido ese error en la vida cristiana.  Sabemos lo que debemos hacer, o sea, entendemos lo que se espera que hagamos como hijos e hijas de Dios, pero en el camino nos descuidamos, nos volvemos perezosos o no tenemos el conocimiento adecuado y por lo tanto obtenemos como resultado un error.

Sabemos que no debemos hablar mal de otros, pero de repente nos damos cuenta que hemos dicho cosas terribles de otro creyente.  También comprendemos que debemos leer la Biblia diariamente, pero todos los días aparecen excusas y otras prioridades, que nos roban el tiempo para estudiar su Palabra y nosotros caemos en ese error.

  1. Debemos tener cuidado con la forma en la cual vivimos, definitivamente es un problema a resolver, es necesario que prestemos más atención a nuestro andar en la fe (Efesios 5:15).
  2. Dale todo a Cristo, Él ya dio todo por ti.

HG/MD

“Miren, pues, con cuidado, cómo se comportan; no como imprudentes sino como prudentes” (Efesios 5:15).