Lectura: Proverbios 1:1-9

Había tenido una carrera deportiva extraordinaria, era el máximo goleador de su equipo, tenía muchos títulos a su haber, el cariño de la afición y de su familia, muchos lo llamaban el caballero del fútbol, ya que nunca en toda su carrera lo habían expulsado de la cancha, y estaba a punto de retirarse para disfrutar de un merecido descanso y dedicarse a otros asuntos que también le interesaban.

Era su último partido como profesional, su equipo estaba ganando y faltando 20 minutos para el final se dio una falta y llegaron varios jugadores a reclamarle al árbitro, él llegó para tratar de calmar a sus compañeros, y de repente en una acción que nadie entendió, el árbitro sacó de su bolsillo la tarjeta roja y lo expulsó, era el fin de una carrera intachable.

En los siguientes días varios analistas examinaron los vídeos y determinaron que efectivamente se había cometido una injusticia, el árbitro reconoció su error y se disculpó personalmente, pero la acción no podía revertirse.

A pesar de todo, este caballero permaneció tranquilo, comprendió la situación del árbitro y nunca lo criticó. Que se negara a vengarse asombró a todos: aficionados, jugadores y periodistas deportivos.

Si insistimos en que nos traten justamente, podemos enojarnos y frustrarnos. Pero cuando nos aferramos a la sabiduría bíblica, procuramos el bienestar de los demás. Tal como lo indica el sabio Salomón de la siguiente forma: “para conocer sabiduría y disciplina; para comprender los dichos de inteligencia; para adquirir disciplina y enseñanza, justicia, derecho y equidad” (Proverbios 1:2-3).

El predicador escocés Oswald Chambers (1874–1917), dijo lo siguiente con respecto a nuestro trato personal para con los demás: “Nunca busques justicia, pero nunca dejes de aplicarla; y nunca permitas que nada que enfrentes amargue tu interacción con los hombres por medio de Jesucristo”.

  1. Como creyentes en Jesús, cuando somos víctimas de injusticas, tenemos el privilegio de responder con paciencia e integridad, haciendo lo justo y lo correcto a pesar de que creamos que la otra persona no lo merezca.
  2. Se necesita más valor para perdonar que para cobrar venganza.

HG/MD

“Entonces Pedro se acercó y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete” (Mateo 18:21-22).