Lectura: Juan 10:1-10

No sé a cuántos de ustedes les ha pasado, pero, por ejemplo, sucede que en ocasiones tenemos muchas cosas que hacer durante el día y algunas de ellas son importantes; no obstante, en medio de todo ese sin número de cosas en la cabeza, nos detenemos para comer algo y cuando terminamos ya hemos olvidado completamente lo que estábamos haciendo.

El investigador Gabriel Radvansky propuso una explicación para este fenómeno. Dentro de sus conclusiones indicó que muchas veces una puerta sirve de “límite entre eventos”. Y es que luego de llevar a cabo tres experimentos distintos, elaboró la teoría de que una puerta le señala al cerebro que la información retenida en la memoria puede archivarse; esto resulta muy frustrante ya que cuando nos sucede, nos detenemos e intentamos recordar por qué nos levantamos, por qué subimos las escaleras o por qué seguimos viendo más noticias en redes sociales.

Pero, no todo es malo en esta situación, ya que la falta de memoria puede llegar a ser una bendición. Por ejemplo, cuando cierro la puerta de mi dormitorio por la noche y me preparo para dormir, es una bendición porque puedo olvidar las preocupaciones del día.

Al meditar en que el Señor Jesús habló de sí mismo como “la puerta” (Juan 10:7,9), obtengo una perspectiva nueva y valiosa de esta metáfora.

Cuando las ovejas entran al corral, ingresan a un lugar seguro, al amparo de ladrones y predadores. Para los creyentes, el Gran Pastor es la puerta que nos protege de nuestros enemigos. Una vez que entramos al redil podemos “olvidarnos” de los peligros y las amenazas, disfrutar del olvido divino y descansar en la protección del Gran Pastor.

  1. Sin lugar a duda puedes descansar en la protección que te ofrece nuestro Señor Jesús, olvidando lo que quedó atrás, ya que Él tiene el control de todo.
  2. Puedes entrar por la puerta que Jesús te ofrece, acepta su sacrificio, cree en su resurrección y sobre todo cree en que Él te ofrece el perdón que necesitas y la seguridad que anhelas, ya que Él es el buen Pastor.

HG/MD

“Yo soy la puerta. Si alguien entra por mí será salvo; entrará, saldrá y hallará pastos” (Juan 10:9).