Lectura: Juan 6:22-34
La pequeña admiraba mucho a su mamá y sobre todo le encantaba verla preparar la masa del pan y luego seguir con detenimiento el proceso de horneado.
Así que cuando su mamá le compró una de esas pequeñas “cocinas” que tuestan el pan, la niña quedó fascinada. Entonces, una mañana de domingo antes de salir para la iglesia, la mamá encontró unas 30 tostadas apiladas sobre la mesa, y la niña le dijo: “¡Soy una cocinera excelente!”.
Por supuesto, sabemos que no hay nada de extraordinario en que una niña curiosa convierta el pan en tostadas. No obstante, cuando nuestro Señor Jesús transformó los cinco panes y los dos peces de un muchachito, en comida para miles de personas, algunos que se dieron cuenta de los detalles de aquel acontecimiento, reconocieron la naturaleza milagrosa del suceso y quisieron convertir al Señor en su rey (Juan 6:1-15).
Sin embargo, como el reino de Jesús “no es de este mundo” (Juan 18:36), Él se alejó de ellos rechazando aquella oferta insensata. Al día siguiente, cuando lo encontraron, el Señor les reveló el error de sus motivaciones: “me buscan, no porque han visto las señales sino porque comieron de los panes y se saciaron” (Juan 6:26). Erróneamente, pensaron que el “Rey” Jesús les llenaría el estómago y liberaría a la nación. Pero más bien Él les aconsejó: “Trabajen, no por la comida que perece sino por la comida que permanece para vida eterna” (Juan 6:27).
- Es un error ver a Jesús desde una perspectiva terrenal, ya que nos llevará a verlo como un medio para alcanzar un fin.
- Lo correcto es entender a Jesús desde una perspectiva eterna, de la cual nosotros podemos formar parte si aceptamos su regalo de salvación y nos arrepentimos de nuestra equivocada manera de vivir.
HG/MD
“Trabajen, no por la comida que perece sino por la comida que permanece para vida eterna que el Hijo del Hombre les dará; porque en este, Dios el Padre ha puesto su sello.” (Juan 6:27).
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