Lectura: Génesis 3:1-8
Creo que en algún momento todos hemos experimentado el remordimiento por compra. Y es que muchas veces justamente luego de que pasa el entusiasmo y la adrenalina al adquirir algo nuevo, aparece la ola del remordimiento. Entonces pensamos: “¿Realmente esto es algo que necesito? ¿Debí haber gastado ese dinero en comprar eso? ¿No tenía cosas más importantes que comprar?”
Al leer nuestra lectura devocional en Génesis 3, nos encontramos con el registro de la historia de remordimiento del comprador.
Todo comenzó con la serpiente engañosa y su capacidad de vender mentiras disfrazadas de verdades: persuadiendo a Eva para que dudara del mandato recibido por Dios (3:1), sembrando incertidumbre sobre el carácter perfecto de Dios (3:4-5) y finalmente prometiéndole que sus ojos serían “abiertos” y se volverían como Dios (3:5).
Así como Eva comió, Adán también lo hizo, y con ellos entró el pecado al mundo. Lo que no comprendieron en ese momento de pecado, fue que obtuvieron más de lo que tenían previsto, sus ojos fueron indudablemente abiertos, pero no se volvieron como Dios. En realidad, lo primero que hicieron fue esconderse de Él (3:7-8).
El pecado tiene consecuencias terribles. Nos separa de Dios y de lo que Él tiene para nosotros. Pero, Dios quien es grande en misericordia y gracia, vistió a Adán y a Eva con ropas hechas de pieles de animales (v. 21), simbolizando lo que Jesucristo haría por nosotros al morir en la cruz por nuestros pecados. Su sangre fue derramada para que pudiéramos vestirnos de su justicia… ¡sin ningún remordimiento!
- Sentir remordimiento y tristeza es el primer paso para arreglar una acción que no fue realizada de la mejor manera. Así que, cuando nos arrepentimos de nuestra forma de vivir y aceptamos el regalo de salvación de Jesús, nuestra vida comienza a cambiar progresivamente.
- En el momento que sintamos un remordimiento, preguntémonos algo muy sencillo, ¿esto lo hubiera hecho nuestro Señor mientras estaba en la tierra? Si claramente la respuesta es “no”, entonces detente y cambia esa acción incorrecta que está provocando ese remordimiento.
HG/MD
“Porque la tristeza que es según Dios genera arrepentimiento para salvación, de lo que no hay que lamentarse; pero la tristeza del mundo degenera en muertes” (2 Corintios 7:10).