Lectura: 1 Corintios 3:1-9

Una maestra se encontraba en medio de su lección, señaló una planta que estaba en una de las esquinas de la clase y les preguntó a los niños: ¿Quién hizo crecer las hermosas flores de esta planta?  Uno de los pequeños rápidamente dijo: “¡Dios!”  La maestra estaba muy satisfecha con esa respuesta, pero antes de que lo dijera, otra niña dijo: “¡Pero, el abono ayuda!”.

La pequeña identificó una hermosa verdad; el incomprensible plan de Dios usa a los seres humanos como parte de sus instrumentos y hace que esto sea una realidad.  Un ejemplo de tantos lo encontramos en el mismo acto de la creación, el Señor creó este mundo con naturaleza que crece y colocó al hombre en el jardín del Edén para que la atendiera y cuidara (Génesis 1:28).

Esta verdad la encontramos en nuestra lectura devocional, la cual poéticamente es ilustrada por el apóstol Pablo: “Yo planté, Apolos regó; pero Dios dio el crecimiento” (1 Corintios 3:6).  No fue por casualidad que Pablo escribió estas palabras, haciendo un énfasis especial en que Dios es el único responsable del “crecimiento”.  Aun así, Dios incluyó dentro de Su Plan a personas comunes pero valientes e identificadas con Dios, al escribir: “Yo planté, Apolos regó”.

Debemos reconocer que el único capaz de hacer que las cosas crezcan es Dios, tanto en la naturaleza como en Su Iglesia, por su misericordia, hemos sido escogidos para que Dios obre por medio de nosotros.

  1. Dios es fiel haciendo lo que corresponde, hacer crecer, y tu ¿eres fiel haciendo lo que te corresponde, el abono, plantar, regar?
  2. Ora por una buena cosecha, pero no dejes de hablarle a otros acerca del Sembrador de sembradores: Jesús.

HG/MD

“Yo planté, Apolos regó; pero Dios dio el crecimiento” (1 Corintios 3:6).