Lectura: Job 22-24; Hechos 11
El Señor guió al pueblo de Israel por una columna de nube de día y una columna de fuego de noche. -Éxodo 13:21
El comentarista Arthur Pink establece un paralelo significativo entre esta nube en el desierto y el Espíritu Santo en la vida de un creyente.
El Sr. Pink destaca que así como la nube fue un regalo de gracia a los israelitas, el Espíritu Santo es un regalo al hijo confiado de Dios.
Jesús dijo, «Y yo rogare al Padre, y El os dará otro Consolador» (Juan 14:16). El pilar de la nube fue provisto para guiar a los hijos de Israel. Así también, el Espíritu Santo guía al cristiano. Jesús dijo, «Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiara a toda la verdad» (16:13).
Tal como la nube permaneció con Israel en el desierto, así Jesús prometió que el Padre enviaría al Espíritu, quien «estaría» con los creyentes para siempre (14:16). ¡Piensa en ello! Dios mismo mora en nuestros corazones. Los que conocemos a Jesucristo como Salvador y Señor somos templos de Su Santo Espíritu (1 Corintios 6:19).
Cuando somos guiados por el Espíritu, nuestras vidas se caracterizaran por el amor, el gozo, la paz, y el dominio propio (Gálatas 5:16, 22-23). Seremos testigos efectivos de Cristo cuando viajamos por el desierto de este mundo.
1. ¿Haz experimentado el amor de Dios? Entonces, ¿muestras el amor de Dios a otros?
2. Da gracias a Dios por la protección que Él te brinda día como día
NPD/RWD