Lectura: Juan 3:1-21

Una vez pude ver en un automóvil este letrero: “Mientras más creas en Cristo, menos probable será que ardas en el infierno”.  La persona que escribió este mensaje, pudo haber tenido una buena intención, pero la afirmación de ese mensaje contiene una mentira sutil.

La Biblia nos dice de forma enfática y reiterada que cuando una persona cree en Jesús con el corazón y la mente, aceptando su condición pecaminosa y su necesidad de un Salvador, Dios le perdona y le brinda vida, y no una vida cualquiera, sino vida eterna a partir de ese momento de salvación.  El Señor lo describe de esta forma: “nacer de nuevo”, por medio del Espíritu Santo (Juan 3:3-9).   Asimismo, en el verso 16 del capítulo 3 de Juan, hace una de las declaraciones más conocidas de la Escritura: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda más tenga vida eterna”.  No se trata de una probabilidad se trata de algo seguro.

No nos libramos del infierno por lo buenos que seamos. Tal como lo afirma Efesios 2:8-9: “Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes pues es don de Dios.  No es por obras, para que nadie se gloríe”.  El día en que confiamos en Cristo como Salvador, Él vino a nuestras vidas y nos salvó.  A partir de ese momento, nunca estaremos más lejos del infierno de lo que estamos ahora.   Esto no debe convertirse en una excusa para pecar como algunos puedan pensar, por el contrario debemos tener presente que seremos más semejantes a Cristo en el tanto y cuanto, vivamos en humilde gratitud y sumisión a Él.  Tal como lo describe el apóstol Pablo en Romanos 12:1-2: “Así que, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es el culto racional de ustedes.  No se conformen a este mundo; más bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento de modo que comprueben cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”.

Muchos creyentes anhelan hoy alguna fórmula secreta o alguna experiencia emocional, que los haga sentir más seguros de su destino eterno.  Sin embargo, Cristo ya ha provisto una salvación plena y completa, tal como lo describió el escritor de Hebreos “entró una vez para siempre en el lugar santísimo logrando así eterna redención, ya no mediante sangre de machos cabríos ni de becerros sino mediante su propia sangre” (Heb.9:12).

  1. Somos salvos debido a la muerte redentora de Cristo y no debido a nuestro esfuerzo.

 

  1. Cuando crecemos en Cristo, nuestra fe descansa más en Dios y menos en nosotros mismos.

HG/MD

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda más tenga vida eterna” (Juan 3:16).