Lectura: 1 Pedro 2:1-5

Luego de los días fríos del invierno, aparecen los cálidos rayos del sol de la esperada primavera, es en esta época cuando todo reverdece y las aves se alistan para traer al mundo nueva vida.

No sé si has tenido la oportunidad, pero es muy interesante observar el proceso que realizan las aves al prepararse para crear un nido, poco a poco recogen paja y otros materiales con los cuales literalmente tejen un hogar para sus futuros polluelos.

Luego de unas pocas semanas, si todo sale bien, se empezarán a oír los pequeños pajarillos gritando por su alimento, con las bocas bien abiertas esperando a su papá y mamá que normalmente se turnan para darles de comer.

Pensar en esos polluelos con sus bocas muy abiertas, me recuerda la importancia de que también los creyentes en Jesús deseen desesperadamente el alimento espiritual.  El apóstol Pedro nos brinda la siguiente ilustración de ese principio: “deseen como niños recién nacidos la leche de la palabra no adulterada para que por ella crezcan para salvación” (1 Pedro 2:2).  La palabra desear implica un anhelo profundo, el cual podemos parafrasear de la siguiente manera: “desear o anhelar con todo nuestro corazón”.

Quizás el apóstol Pedro escogió este ejemplo de un bebé recién nacido que anhela su comida, para que entendamos de manera sencilla la necesidad que tenemos del alimento espiritual que adquirimos a través de su Palabra viva.

  1. Debes entender que, así como necesitas comer todos los días para estar saludable físicamente, como creyente también debes alimentarte diariamente de su Palabra para mantener tu salud espiritual y no debilitarte.
  2. Dios está dispuesto a alimentar a las personas que deseen las maravillas que Él tiene para quienes lo buscan, así que abre bien tu corazón para que puedas disfrutar de la mejor de las comidas.

HG/MD

“Deseen como niños recién nacidos la leche de la palabra no adulterada para que por ella crezcan para salvación” (1 Pedro 2:2).