Lectura: 2 Corintios 4:1-6

Un famoso futbolista quien es creyente, junto con una organización que tiene a su cargo, organizan un campamento de verano para jóvenes de vecindarios complicados con duración de una semana.

Durante ese tiempo, además de enseñar y practicar futbol, también ofrecen un estudio bíblico diario. En los últimos años intentaron encontrar maneras razonables para debatir y convencer a los campistas de que Dios existe, con el propósito de que pusieran su fe en Él.

Después de algunos años, a pesar del esfuerzo realizado, muy pocas personas decidieron seguir a Jesús y por ello cambiaron su enfoque. Según este hombre, en lugar de “intentar presentar hechos o ganar argumentos y debatir”, sencillamente hablaron de “la vida y las enseñanzas maravillosas de Jesús”. Desde entonces, más campistas escucharon y decidieron seguir al Señor.

El apóstol Pablo dijo que cuando les hablamos a otros del evangelio de Jesucristo, tenemos que ofrecer una “…clara demostración de la verdad… no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor” (2 Corintios 4:2, 5). Este era el estándar de Pablo para la evangelización: “Me decidí más bien, estando entre ustedes, a no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo y de este crucificado” (1 Corintios 2:2).

  1. Tenemos que conocer la Biblia y las razones que sostienen lo que creemos; y por supuesto muchas veces será necesario explicar esas razones.
  2. No obstante, la historia más convincente y eficaz que podemos contar es la que coloca a Jesús en el centro.

HG/MD

“Me decidí más bien, estando entre ustedes, a no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo y de este crucificado” (1 Corintios 2:2).