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Vivimos en tiempos de cambios acelerados. Sin dudas la educación no escapa a esta vertiginosa actualidad que hace que tengamos que revisar nuestros métodos y prioridades. En un estudio realizado por el Instituto Barna en los Estados Unidos,1 se muestra que en dicho país sólo el 11 % de los estudiantes cristianos dicen que sus pastores fueron de influencia en su camino educacional.
¿Estamos ante una generación que tiene la educación en otro rango de prioridad? ¿O será que en dicho camino no están considerando el consejo de sus líderes espirituales?
Sin dudas que ante una sociedad con cada vez mayor diversidad cultural, las grandes ciudades son espacios donde los estudiantes se vuelven más independientes económicamente y en la toma de sus decisiones. Los cursos, las capacitaciones, las nuevas carreras, todo se ha vuelto más «flexible». En estadísticas brindadas por el mismo Instituto, es notorio señalar que en la prepandemia, 8 de cada 10 estudiantes de entre 20 y 30 años decían que preferían estudiar online. Y aquí se nos da la primera gran reflexión: los adolescentes de hoy ya no buscan una currícula a la cual adecuar su realidad, como sus antecesores, sino un aprendizaje que se ajuste a su estilo de vida ya elegido.
Bajo estas nuevas circunstancias, tenemos como líderes cristianos una oportunidad única: la de educar a una generación que ya está inmersa en la cultura. El desarrollo de programas universitarios en conexión con escuelas, institutos e iglesias no es solo una novedad, sino una necesidad. Porque el pasado nos ha demostrado que la falta de influencia en la sociedad surge del poco involucramiento en ella. Como cristianos hemos desarrollado nuestra propia subcultura, pero necesitamos hoy un sentido de «misión» que esta generación tomará como un propósito en cada lugar donde Dios les permita estar.
1. Barna Group. Barna Trends. Grand Rapids, MI: Baker Books, 2016.
IR A LOS LUGARES
La Palabra de Dios nos muestra que siempre que Dios usa a un hombre o una mujer para ser de salvación a otros, ubica a sus hijos en lugares de influencia y autoridad. Moisés, José, Nehemías, Ester y Daniel son buenos ejemplos de ello. Incluso Josué comprendió
esta idea: Josué 18:3-4 (NVI): «Así que Josué los desafió: «¿Hasta cuándo van a esperar para tomar posesión del territorio que les otorgó el Señor, Dios de sus antepasados? Nombren a tres hombres de cada tribu para que yo los envíe a reconocer las tierras, y que hagan por escrito una reseña de cada territorio…»
Es necesario ir a esos lugares que Dios nos guía a llegar, y la mejor forma de reconocer dicha tierra es a través de la educación. Si la tierra prometida fuera ese lugar donde Dios nos va a usar, la educación sería el mejor medio y espacio para el «reconocimiento». Es por ello que debemos alentar a esta generación a la preparación.
APRENDIZAJE CONJUNTO
Si como las estadísticas muestran, estamos ante una generación que en su mayoría no consulta su camino vocacional con sus padres ni líderes en la iglesia local, deberíamos prepararnos para crear puentes de apoyo para que esta nueva realidad pueda ser confrontada con una cosmovisión bíblica. Padres, pastores y líderes que invierten en preparar gente, deben trabajar junto con los jóvenes estudiantes en esta nueva realidad: estamos frente a una sociedad que presenta escepticismo y rechazo, no sólo frente a la autoridad de la Palabra, sino ante la relevancia de la Iglesia.
Estamos frente a la generación Z, una generación que todo aquello que considera que debe cambiar, lo hace su propia causa. Intenta ser resiliente y cree en el poder de la caridad. Es por esto que tenemos la oportunidad de acompañar a los jóvenes en su aprendizaje, para que luego ellos también puedan llegar a otros. El mismo estudio desarrollado por el Instituto Barna dice que el 40 % de los estudiantes de Norteamérica espera ingresar a un trabajo que sea de «impacto» en la sociedad. Hoy tenemos la posibilidad de:
- Guiar a los jóvenes en la elección de su trabajo.
- Enseñarles causas y banderas a levantar con fundamento bíblico.
- Discipularlos.
- Prepararlos para discipular a otros.
Si los números de dicho estudio pueden trasladarse en cierta medida a Latinoamérica, estamos frente a un panorama donde el discipulado todavía está muy lejos de ser lo que podría. Dicha encuesta señala que el 23 % de los jóvenes cristianos del estudio están siendo discipulados, y el 19 % de ellos está haciendo lo mismo con alguien más. Evidentemente la generación Z tiene, más
que ninguna otra, una sobrecarga de información que les puede hacer pensar que el discipulado pueda no ser la respuesta a su desarrollo personal, en un mundo que va a una velocidad tan rápida donde ellos no están dispuestos a esperar para tener respuestas. ¿Para qué esperar si las tienen a sólo un clic? Es necesario que como líderes podamos crear espacios de consulta que estén a la altura de dicha velocidad. No podemos permitir que los jóvenes no hablen con su pastor porque «no querían molestarlo».
GENERACIÓN DE RESULTADOS
Las nuevas generaciones se guían por el logro de resultados. Las plataformas de enseñanza online, las aplicaciones móviles, todo está adaptado para ver resultados rápidos y palpables. Ante dicha búsqueda de los adolescentes de hoy, ¿qué podemos ofrecerles desde la iglesia local que pudiera brindarles resultados a la hora de aprender la Palabra? Es allí donde la fe debe ser práctica y aplicable. La mayoría de nuestros jóvenes en las iglesias nos demuestran que si hay algo que los mantiene en conexión en tiempos de dificultad, son las relaciones que hayan creado en la familia de la fe. Es ese sentido de pertenencia fundamentado en la amistad y la hermandad que solo el Evangelio puede dar.
Por este motivo, es necesario repensar las relaciones que todo joven desarrolla a su alrededor. Se hace fundamental que tengan alguien a quien rendir cuentas, alguien a quien escuchar, alguien de quien oír consejos. Y en ese desarrollo, que les hagamos ver que un día tendrán que hacer lo mismo con alguien más. Entonces, ¿de qué maneras creativas podemos conectar a esta generación con la anterior, y luego con la que sigue? ¿Y cómo podemos hacer para que vean resultados palpables en dicho proceso? Te comparto aquí algunas sugerencias que pueden ayudar:
- Haz que cada adolescente y joven en tu iglesia tenga alguien a quien rendir cuentas.
- Desafíalos a que, durante sus primeros 3 años de creyentes, realicen cursos de enseñanza bíblica que hagan crecer su fe.
- Inspíralos con tu ejemplo para que, pasados esos 3 años, tomen el desafío de escuchar a otros y serles de ayuda también.
- Muéstrales maneras de conectar de forma intergeneracional, aprendiendo la riqueza de los más sabios, y compartiendo las propias con los menos experimentados.
CONECTANDO GENERACIONES
Necesitamos romper las barreras intergeneracionales que harán que la enseñanza bíblica pueda ir a otro nivel. Vivimos en una sociedad que suele despreciar a los más viejos, pero que también menosprecia a los más jóvenes, porque «todo tiempo pasado fue mejor». Volviendo al ejemplo de Josué, vemos cómo convocó a las generaciones y las conectó en un propósito, una causa:
Josué no sólo conectó generaciones, sino que dio el ejemplo frente a sus hijos y a todo el pueblo, diciendo: «mi familia y yo serviremos al Señor». Estamos ante una generación de resultados, de conquista, de causas. Hagamos que vean
lo hermoso de servir al Señor, preparándose y educándose siempre para dar lo mejor.
Fuente: Usado bajo autorización indicada por: Revista Líder – Año V – Edición 23 – E625.com – Autor: Sebastián Crudo
Vivimos tiempos difíciles, Luzbel tiene un 90% del mundo bajo su dominio.
Ahora ser homosexual, lesbiana o transgénero (como el mundo les llama), es «respetable». Los líderes políticos defienden a violadores de niños, violadores de mujeres. En los baños de las escuelas entran hombres al baño de las mujeres con el pretexto de que «ellas» están «atrapados» en un cuerpo equivocado. Y violan dentro de los baños a las niñas que encuentran, todo esto porque las autoridades erróneamente han cambiado las reglas, y no permiten a los padres opinar al respecto. Y puedo seguir con un sin número de ejemplos.
Pienso que a los cristianos nos falta más unión, más preparación, más «agresividad» para defender nuestros legítimos derechos ante las autoridades del momento.
Nos están ganando la batalla. Pero no todo está perdido, sigamos orando de rodillas, sin dar tregua! Como usted dice en su artículo, utilicemos sus mismas armas a favor de nuestra lucha, Internet, Facebook, etcétera, para que por lo menos las nuevas generaciones lean nuestros pensamientos desde sus casas. A más de uno le caerá el veinte, como decimos acá en México. Y poco a poco ganaremos terreno. Éso sí, sin ser groseros, ofensivos, denigrantes, pelados. Dios dice: «la fé sin obras está muerta». Y al decir Dios, obviamente me refiero al Señor Jesucristo.
Gracias por leer ésto.
Gracias por este articulo tan especial sobre las nuevas generaciones creo que como líder, me desafía para el trabajo de la enseñanza nuestros jóvenes se están perdiendo y nosotros tenemos que reaccionar a esta demanda hay que hacer eco con la Palabra de Dios en lo que dice Josué Mi familia y yo seguiremos a Jehová