Lectura: Juan 11:21-35

El hijo de esta pareja celebraba su cumpleaños en diciembre, así que desde muy pequeño entendió que, si no recibía el regalo esperado al inicio de mes por su cumpleaños, siempre había una posibilidad de recibirlo como regalo de Navidad.  Esto le enseñó que, aunque hubiera un retraso en algo que anhelara no significaba que ese algo jamás llegaría.

Era muy comprensible que Marta y María enviaran a buscar a Jesús cuando Lázaro se enfermó gravemente (Juan 11:1-3). Por supuesto estaban ansiosas mirando fijamente el camino esperando señales de su llegada, pero el Señor no apareció. Cuando finalmente entró en la ciudad, ya habían pasado cuatro días desde el funeral (Juan 11:17).

Marta fue franca: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto” (Juan 11:21). Después, su fe mostró un dejo de confianza: “Pero ahora también sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará” (Juan 11:22).

Me pregunto qué esperaba. Lázaro estaba muerto y ella tenía recelo de hacer abrir la tumba. No obstante, tras una palabra de Jesús, el espíritu de Lázaro volvió a su cuerpo descompuesto (Juan 11:41-44). El Señor simplemente había evitado sanar a su amigo enfermo, para llevar a cabo el milagro mucho más asombroso de devolverle la vida.

  1. Confiar en el tiempo de Dios tal vez nos permita ver algo mucho mejor de lo que esperábamos.
  2. Debemos aceptar las respuestas de Dios a la oración solicitando su misericordia.  Puede responder: “Sí, No, o espera”; puedes estar seguro de que estas respuestas son lo mejor para tu vida en ese momento.

HG/MD

“Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré ante ti y esperaré” (Salmos 5:3).