Lectura: Juan 8:37-47

No se puede negar la influencia que Satanás ejerce sobre la humanidad, y que dio inicio en el jardín del Edén, cuando tentó las mentes de Eva y Adán en contra de Dios.

Para ello tuvo que hacer uso de una de sus principales armas: la mentira.  Este malévolo ser les mintió, sembrando la duda en el corazón de ellos; les mintió sobre la bondad, palabra y las intenciones de Dios (Génesis 3:1-6).

Fue tan bueno el resultado, que aún hoy sigue usando sus antiguas trampas.  Nuestro Señor nos advirtió que el diablo “…habla mentira, de lo suyo propio habla porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8:44).

Es por esto que no debes estar sorprendido que cuando estés atravesando alguna circunstancia difícil o que ponga a prueba tu fe, alguno de sus secuaces te susurre al oído que empieces a desconfiar de la bondad y perfección de su plan. Satanás te dice que la buena vida consiste en estar siempre feliz, amontonando cosas y sueños, por ello cuando esto no ocurre, es natural que empieces a dudar de las buenas intenciones de Dios.

Cuando esto pase, debes recordar que, a pesar de las circunstancias, la obediencia a sus mandamientos no es negociable, y cuando te preguntes si su Palabra es realmente cierta, recuerda lo que Cristo nos recomendó: “No acumulen para ustedes tesoros en la tierra” (Mateo 6:19). Satanás quiere alejarte de tu verdadero objetivo; no dejes que se interponga entre tu y Dios.

  1. No caigas en el error que cometieron Adán y Eva, no te dejes tentar por el juego de mentiras del diablo, ya que el resultado es desilusión y muerte.
  2. ¿A quién has estado escuchando últimamente? No olvides que tienes al más confiable de los amigos: Jesús.

HG/MD

“No acumulen para ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corrompen, y donde los ladrones se meten y roban” (Mateo 6:19).