Lectura: Hebreos 12:1-17
Ya sea a través de las redes sociales o por medio de algún reportaje periodístico, creo que todos hemos visto historias de inspiración, en las cuales, por ejemplo, un deportista aparentemente sin esperanzas, termina una carrera dando su mejor esfuerzo a pesar de todas las circunstancias en su contra; o de personas que han vencido sus limitaciones y han logrado seguir adelante; y también de quienes ayudan a su prójimo con toda sinceridad.
Estos actos de inspiración, también nos deberían de motivar dándonos el valor como creyentes para poner en práctica nuestra fe; pero, ¿por qué?
Porque a Jesús lo insultaron, lo escupieron, lo azotaron y lo clavaron en una cruz, y no pararon ahí; para comprobar su muerte traspasaron su costado con una lanza y por último lo encerraron en una fría tumba resguardada por toda una guardia militar. ¿Cuánto más podía parecer que nuestro Señor había sido derrotado?
Sin embargo, ese no fue el fin, la muerte no lo pudo retener, y tres días más tarde, Jesús se levanta de la tumba donde lo habían encerrado y reaparece a más de quinientas personas luego de su resurrección (1 Corintios 15:3-11). Jesús fue el vencedor en su lucha contra la muerte, el pecado y el infierno.
¿Te sientes menospreciado, o que has tropezado y crees que nadie quiere ayudarte? No te sientas solo, mira nuevamente todo por lo que Jesús tuvo que pasar por amarte, mira su resurrección, pídele que te ayude a levantarte y con Su ayuda vuelve al buen camino con Él a tu lado (Juan 14:6).
- Nunca lo olvides, no importa cuán desesperada sea tu situación, Jesús está allí; déjate ayudar, sé humilde al aceptar tus problemas y sobre todo deja que Él te ame y te muestre el mejor camino.
- Jesús murió para darnos vida y está vivo para sostenernos, ¡ánimo, no desmayes!
HG/MD
“Consideren, pues, al que soportó tanta hostilidad de pecadores contra sí mismo, para que no decaiga el ánimo de ustedes ni desmayen” (Hebreos 12:3).