Lectura: 1 Pedro 1:3-12

¿Te has infectado alguna vez de “yoísmo”? Vivimos en un tiempo donde se nos bombardea con el discurso de la “autorealización”, con lo cual se le hace un altar al humanismo.

No obstante, cuando las circunstancias de la vida se complican, cuando nos visitan las enfermedades o la muerte se lleva a un ser querido, cuando algo que soñábamos no se cumple, de repente ese altar comienza a derrumbarse y toda la palabrería hiper optimista y centrada en la gratificación del ego, se evapora y empiezan las quejas sobre lo injusta que es la vida.

Jesús nunca estuvo motivado por el “yoísmo”.  El aceptó las situaciones complicadas que incluía el plan perfecto de Dios, tal como lo evidencian los siguientes pasajes: Mateo 16:21, Marcos 9:12, Lucas 24:26 y Hechos 26:23.

El apóstol Pedro, uno de los más cercanos a Jesús, también pasó por muchas situaciones difíciles, pero aprendió de ellas y nos dejó las siguientes palabras: “En esto se alegran, a pesar de que, por ahora, si es necesario, estén afligidos momentáneamente por diversas pruebas, para que la prueba de su fe, más preciosa que el oro que perece, aunque sea probado con fuego, sea hallada digna de alabanza, gloria y honra en la revelación de Jesucristo” (1 Pedro 1:6-7).

  1. Debemos entender lo siguiente: Las metas de Dios para ti y para mí incluyen el sufrimiento, esto fortalecerá nuestra fe y nos hará más humildes, haciendo casi imposible que nos contagiemos del “yoísmo”.
  2. Jesús sí sufrió y murió, pero resucitó. Hubo un gozo indescriptible la mañana del tercer día, había un propósito perfecto en el dolor temporal.

HG/MD

“Desde entonces, Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que le era preciso ir a Jerusalén y padecer mucho de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto y resucitar al tercer día” (Mateo 16:21).