Lectura: Efesios 3:8-21

Durante la época de la Gran Depresión, un hombre de apellido Yates poseía un enorme terreno en el estado norteamericano de Texas, donde criaba ovejas. Los problemas económicos lo habían llevado al borde de la bancarrota. Entonces una compañía petrolera creyendo que podía haber petróleo en su propiedad, le pidió permiso para perforar.

Puesto que nada tenía que perder, el señor Yates aceptó. Al poco tiempo, y a muy poca profundidad, los trabajadores hallaron uno de los depósitos petroleros más grandes de los Estados Unidos. De la noche a la mañana, el señor Yates se hizo billonario. Lo increíble de todo este asunto es que esas riquezas estuvieron allí todo el tiempo. El dueño sencillamente ¡no lo sabía!

¿Eres un señor Yates, espiritualmente ignorante de las riquezas que ya tienes en Cristo? Cuando Pablo escribió a los efesios les reveló un tesoro escondido predicándoles “las inescrutables riquezas de Cristo (Ef.3:8). Su meta era hacer que todos los creyentes viesen lo ricos espiritualmente que eran en realidad (Ef. 3:9).

Pablo no sólo predicó, sino que también oró, para que los creyentes reconocieran y usaran sus riquezas espirituales, para que se fortalecieran en el hombre interior, establecidos en amor, poderosos en la oración y llenos del mismo Dios.

  1. Lee Efesios 3:14-21 nuevamente y aprópiate hoy de los ilimitados recursos espirituales que nos concede el Señor.
  2. Ser rico en Dios, es muchísimo mejor que ser rico en bienes materiales (Mateo 6:19-21)

NPD/JEY