Lectura: Romanos 8:28-30

Se dice que los mejores escultores, tienen la increíble capacidad de imaginar lo que puede llegar a ser un trozo de piedra en bruto, y por supuesto, hacerlo realidad esculpiendo la roca con pericia y creatividad.

Un ejemplo de ello fue el artista Gutzon Borglum (1867-1941), quien fue el encargado de crear muchas obras de arte públicas destacadas, siendo posiblemente la más famosa la del Monte Rushmore National Memorial en Dakota del Sur, Estados Unidos.

Se dice que su ama de llaves entendió la capacidad de imaginar lo que algo puede llegar a ser, cuando miró fijamente los rostros de los cuatro presidentes de los Estados Unidos en la ladera del Monte Rushmore por primera vez. Con voz entrecortada, preguntó a su jefe: “Sr. Borglum, ¿cómo supo que el Sr. Lincoln estaba en esa roca?”.

La capacidad creativa de imaginar que algo puede llegar a ser es también una buena descripción de nuestro Dios quien todo lo ve. Él percibe por completo lo que somos y aún más. Ve lo que seremos cuando haya completado su obra y estemos de pie delante de Él, santos y sin mancha, la semejanza exacta de Jesús, su misma imagen. El Dios que comenzó esta gran obra en nosotros seguirá obrando hasta completarla en aquel día en que Jesucristo se manifieste (Filipenses 1:6).

  1. ¡Nada puede oponerse a Dios! Él anhela tanto nuestra perfección que nada puede ni podrá impedir que complete la obra que empezó hace tanto tiempo.
  2. Si tan sólo nos pusiéramos en sus manos y confiáramos más en Él como Escultor Maestro, nuestra vida como creyentes sería efectiva y muy diferente.

HG/MD

“Estando convencido de esto: que el que en ustedes comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6).