Lectura: Eclesiastés 9:4-12
Una vez entramos a una casa muy antigua; las habitaciones estaban vacías y los pocos muebles que aún sobrevivían estaban a punto de desintegrarse. Cuando ingresamos a la cocina, vimos un par de roedores que habían cumplido el ciclo de todo ser vivo y sus restos yacían cerca del lugar donde se almacenaba la comida, por supuesto allí ya no había nada que comer.
Los cuerpos de aquellos ratones nos recordaron que somos finitos. La muerte es un recordatorio excelente de la vida, y la vida es un regalo. Salomón declaró: “Pero para todo aquel que está unido a los vivos hay esperanza, pues mejor es perro vivo que león muerto” (Eclesiastés 9:4). Todo aquel que está vivo tiene la oportunidad de impactar y disfrutar el mundo que nos rodea (Eclesiastés 9:7, 9).
Por supuesto, debemos disfrutar de nuestro trabajo: “Todo lo que te venga a la mano para hacer, hazlo con empeño” (Eclesiastés 9:10). Cualquiera que sea nuestro trabajo o posición en la vida, podemos hacerlo bien y realizar aportes valiosos.
Salomón también afirma: “…a todos les llegan el tiempo y el contratiempo. Porque el hombre tampoco conoce su tiempo…” (Eclesiastés 9:11-12 RVC). Es imposible saber cuándo terminará nuestra vida en la Tierra, pero hoy podemos encontrar felicidad y propósito si aceptamos el regalo de la vida eterna que ofrece Jesús y descansamos en sus promesas.
- Hoy es el tiempo de hacer lo correcto ya que nadie tiene asegurado el mañana en esta tierra.
- Si aún no lo has hecho, ¡HOY es el día de salvación!
HG/MD
“Y todo lo que hagan, háganlo de buen ánimo como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. ¡A Cristo el Señor sirven!” (Colosenses 3:23-24).
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