Mártires de la fe

Te compartimos algunas historias de persecución por su fe que sufren muchos creyentes en Laos, un país del Sudeste Asiático, con el fin de que ores por ellos y seas también motivado a compartir tu fe con otros, a pesar del precio que conlleva,

Historia 1 – Después de que Som compartió el evangelio con su madre y la llevó a confiar en Jesucristo, algunos de sus familiares se enojaron con ellas. Instaron a Som y a su madre a dejar de creer en Jesús porque «el cristianismo es una religión extranjera». También decían que el cristianismo va contra la ley, que a nadie le gustan los cristianos y que acabarían en la cárcel. Pronto, los parientes y otros aldeanos dejaron de visitar a su familia, por lo que los hermanos de Som se enojaron con ella. Hace aproximadamente un año, el líder de la aldea echó a Som de la aldea y la amenazó con encarcelarla si regresaba. Como resultado, la madre de Som sintió temor y ha mantenido su fe en secreto.

Historia 2 – Dos laosianos, Linh y Keon, escucharon el evangelio de boca de los cristianos de sus respectivas aldeas. Aunque temían a la policía y sabían que la conversión podría causarles muchos problemas, asistieron a un servicio de adoración y oraron con el pastor para aceptar a Cristo como Señor. Mientras todavía estaban orando, los agentes de policía llegaron a la casa. El pastor fue llevado a la estación de policía, interrogado y castigado por enseñar una religión extranjera, y se le advirtió que dejara de hacerlo. Dos días después, la policía confrontó a Linh por su decisión de creer en Cristo en lugar de seguir una religión lao. También lo amenazaron con llevarlo a prisión.

Historia 3 – Cuando Rung, de 18 años, y su hermano abandonaron su aldea para buscar trabajo, fueron empleados por una familia cristiana cuyo ejemplo ganó para el Señor a Rung y a su hermano. Después de regresar a la aldea, su madre enfermó, lo cual fue atribuido a su fe cristiana. Mientras el hermano de Rung estaba ausente, la familia sacrificó un pollo, alentando a Rung a renunciar a su fe y a participar en el ritual. Cuando ella se negó, llamaron a la policía. La policía entrevistó a Rung y le dijeron que querían que viniera a la estación al día siguiente. Temiendo que fuera detenida, Rung abandonó su aldea para buscar refugio con un obrero de primera línea en la capital de la región. No tenía nada más que la ropa que llevaba, su teléfono y $12. Ahora está recibiendo ayuda para alimentos, ropa y suministros de costura para poder aprender un oficio.

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Fuente: https://www.facebook.com/vomespanol