Curiosidades

Hace apropiadamente unos 2021 Belén en una pequeña villa al sur de Jerusalén algo estaba pasando eran los días del rey Herodes.   Este rey fue conocido como Herodes el Grande, el primero de los muchos importantes regentes de la dinastía herodiana que son nombrados en las Escrituras. Este Herodes, cuyo nombre significaba: “descendiente de héroes”, reinó del año 37 al 4 a.C.  Se cree que era idumeo, descendiente de los edomitas, de la descendencia de Esaú.

Su vida

Herodes fue cruel y astuto. Amaba la opulencia y los proyectos arquitectónicos grandiosos y muchas de las ruinas más importantes que pueden hoy día ser vistas en el moderno Israel datan de los días de Herodes el Grande. Su proyecto más famoso fue la reconstrucción del templo en Jerusalén (vea la nota sobre 24:1). Este proyecto tomó varias décadas y no fue completado sino hasta mucho después de la muerte de Herodes. (véase Juan 2:20).

La vida privada del rey Herodes era, además, un ejemplo de lujuria, crueldad y perversión. Sus muchas mujeres y concubinas fueron, sin duda, motivo de repulsa. La familia del rey era también motivo de escándalo por las intrigas palaciegas, plasmadas en complots contra su persona o su gobierno, maquinaciones fundadas o simplemente imaginadas por la temerosa fantasía del rey, pero que hicieron correr sangre en abundancia. A todo ellos se unían los asesinatos de civiles, muchos de ellos ocurridos en las mazmorras de palacio ya desde inicios de su reinado.

Su muerte

Herodes murió en el año 4 a. C. Josefo nos cuenta pormenores espantosos acerca de la última dolencia que le llevó a la tumba. Tenía sesenta años y acababa de enviar a Roma emisarios que recabasen del emperador la confirmación de la sentencia de muerte dictada contra su propio hijo Antípater, cuando le acometió la enfermedad. Un ardor interno le iba consumiendo lentamente; los dolores insufribles de sus entrañas le impedían ceder al deseo vehemente de tomar cosa alguna; se le acumulaba el agua en el cuerpo y en los pies; pululaban los gusanos en su carne; se le hacía difícil la respiración; su aliento era fétido; violentas convulsiones de todos sus miembros le daban fuerza sobrehumana. Cuando vio que para nada le aprovechaba los baños de Calírroe, al este del mar Muerto, mandó que le llevasen a Jericó; y viendo que su mal no tenía remedio, se llenó de amarga cólera, pensando que todo el mundo se alegraría de su muerte. Por eso mandó encerrar en el hipódromo a todos los magnates, que por orden suya y bajo pena capital se habían congregado en Jericó (una multitud inmensa, dice Josefo, Ant. 17, 6, 5), y dispuso que a la hora de su deceso fuesen todos degollados, para que hubiese llanto en el país. Cinco días le restaban de vida cuando llegó de Roma el permiso de muerte de su hijo Antípater, al que mandó decapitar por sospechas de querer adueñarse de la corona. En un momento de desesperación echó mano de un cuchillo para suicidarse, pero lograron quitárselo. Por fin murió; su cuerpo fue enterrado con gran pompa en la fortaleza llamada el Herodión, que había mandado construir en un monte muy alto y escarpado, a dos horas de camino al sudeste de Belén (Ant. 17, 6, 5 a 8, 2).

Su conspiración más grande

Pero quizás su más terrible acción fue tratar de matar a nuestro Señor, y aunque es un evento que ocurre posterior a los primeros días de vida de Jesús, ya que se cree que ocurre a no más de 2 años luego de su nacimiento, esto sigue siendo algo inconcebible por el alcance de su odio y por supuesto debido al control demoniaco que tenía este hombre (Mateo 2:1-23).

Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó… (Mateo 2:3). La noticia de que otro “rey de los judíos” había nacido despertó indignación y celo en el corazón malvado de Herodes. Roma le había otorgado el título “rey de los judíos”. Además de sus celos, Herodes contaba con el respaldo del gobierno romano para defender ese título. Literalmente fue agitado, o sacudido, por la noticia. Inmediatamente, comenzó a pensar en una manera de deshacerse de su “rival”. También toda Jerusalén (v. 3b) fue turbada. Probablemente, significa que el pueblo temía una nueva erupción de violencia y castigo de parte de Herodes por causa del anuncio del nacimiento de un rival entre los judíos.

Los infantes mueren en Belén, Mateo 2:16–18 Cuando los sabios no regresaron a Jerusalén, según el mandato de Herodes, el rey entendió que ellos lo habían desobedecido y burlado, cosa que lo enfureció como nunca. No pudiendo ventilar su ira contra ellos, adoptó una medida alocada para lograr su propósito y a la vez desquitarse. Probablemente envió a sus tropas a Belén para buscar a Jesús. Regresaron con las manos vacías. Para asegurarse, y habiendo averiguado con diligencia la fecha exacta de la aparición de la estrella en el oriente (Mateo 2:7 y 16), decretó una orden de exterminar a los niños varones de dos años para abajo en Belén y los alrededores.

La vida de este hombre nos muestra lo “insignificantes” que somos ante un Dios Todopoderoso, a pesar de que creamos que somos “Grandes”.

Es por ello que nuestro corazón debería ser humilde como el de Job (42:1-6), cuando dijo:

Entonces Job respondió al Señor y dijo: Reconozco que tú todo lo puedes y que no hay plan que te sea irrealizable.

“¿Quién es ese que encubre el consejo, con palabras sin entendimiento?”.  Ciertamente dije cosas que no entendía, cosas demasiado maravillosas para mí, las cuales jamás podré comprender.

Escucha, por favor, y hablaré: “Yo te preguntaré, y tú me lo harás saber”

De oídas había oído de ti, pero ahora mis ojos te ven.

Por tanto, me retracto y me arrepiento en polvo y ceniza.

Job 42:1- 6

Fuentes:

MacArthur, J. (1997). Biblia de Estudio MacArthur (Mt 2:1). Thomas Nelson.

Ropero, A. (2013). HERODES. En A. Ropero Berzosa (Ed.), Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia (2a Edición, p. 1152). Editorial CLIE.

Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. . (1993–). Comentario bíblico mundo hispano Mateo (1. ed., p. 53, 56). Editorial Mundo Hispano.