Lectura: Lucas 14:25-33

Bela Karolyi era entrenador de gimnasia hace años cuando Rumania estaba bajo el control del comunismo. Hábilmente desarrolló el talento de estrellas tales como la ganadora de medallas de oro Nadia Comaneci. Debido a su éxito entrenando atletas que estaban trayéndole fama a este país del Telón de Acero, Bela recibió como premio un costoso automóvil y muchos otros favores. Pero él estaba sediento de libertad. Así que un día, con tan sólo una maletita, resueltamente salió de Rumania hacia la libertad sin un centavo.

También hay un costo por seguir a Jesús y experimentar la libertad que Él da. Cuando los pescadores Pedro y Andrés escucharon el llamado de Jesús -«seguidme, y yo os hare pescadores de hombres»-, ellos «dejando al instante las redes, le siguieron» (Mt. 4:19-20). De manera similar, Santiago y Juan dejaron a su padre y su sustento para embarcarse en una precaria vida de discipulado. Conocían el costo y eligieron seguir a Jesús, dejando todo atrás (vv. 21-22).

¡Qué ejemplo para todos nosotros que afirmamos ser discípulos de Jesús! Él dijo: «El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo» (Lucas 14:27).

  1. ¿Estamos dispuestos a hacer sacrificios -grandes y pequeños -por nuestro Señor?
  2. Respondamos a la invitación del Salvador, -“sígueme”-, no sólo de palabra sino de acción.

NPD/VCG