Lectura: 2 Corintios 2:14-17

Aunque uno no pueda verlo o tocarlo, el aroma es algo particularmente cautivante.  El olor a la tierra recién mojada por la lluvia, el intenso olor de una rosa, la fragancia de esa persona que amamos; el olor de esas y otras cosas nos pueden transportar al pasado o evocar alguna situación que nos resulta placentera con personas o lugares, y volver a oler esas fragancias nos hacen recordarlas.

En los últimos años ha sido una práctica común que las personalidades de la farándula, por ejemplo, actrices o cantantes, quieran continuar obteniendo ganancias al ponerle sus nombres a algunas fragancias, en un intento de que sus fans se identifiquen aún más con su causa, al usar los perfumes que ellos “usan”.

Este concepto de asocie de fragancias no es nuevo.  Dios lo incorporó como parte de la adoración. En el tabernáculo que Dios había mandado a construir, se debía usar una esencia definida para perfumar el ambiente, y por supuesto, con ello se asociaba esa fragancia con el Señor (Éxodo 30:34-35).   No obstante, las personas tenían prohibido utilizar esa esencia con otro propósito que no fuera la adoración (vv. 37-38).

Este principio continuó en los tiempos del Nuevo Testamento, pero con un matiz diferente; en lugar de usar incienso especial para hacer que las personas pensaran en Dios, ahora el Señor nos utiliza a nosotros los creyentes, como una forma de esparcir su fragancia personal en el mundo (2 Corintios 2:14-15).

Esta es una verdad que nos debe hacer pensar, pues Dios está utilizándonos a nosotros, simples seres humanos, para que otros puedan percibir la diferencia entre una vida entregada completamente a Él y una vida sin Cristo.

  1. ¿Las personas pueden ver la diferencia que hay en ti?  Sino es así, examina tu relación con Dios y pregúntate si realmente estás siendo olor fragante para otros.
  2. Lleva la fragancia de Cristo a donde quiera que vayas.

HG/MD

“Pero gracias a Dios que hace que siempre triunfemos en Cristo y que manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento por medio de nosotros” (2 Corintios 2:14).