Lee: Romanos 3:23-24, Juan 14:6 y 1Timoteo 2:5
Cierta mujer fue a ver un fotógrafo para que la retratara. La señora se había arreglado lo mejor que había podido y la fotografía salió buena. Pero el fotógrafo luego se dijo: «Tengo que retocar estas fotografías porque si las dejo como están, esa señora no quedará tan contenta». Con la tecnología de nuestros días es posible hacer maravillas con las fotografías, así que el fotógrafo literalmente transformó el aspecto original de la mujer en un aspecto más juvenil y libre de imperfecciones como arrugas, manchas, cabellos fuera de lugar, entre otras.
En efecto, cuando ella regresó a ver al fotógrafo para retirar las fotografías, quedó muy satisfecha, creyó que era más bonita de lo que en realidad era. Quedó feliz con una mentira. Primero se engañó a sí misma; después se dejó engañar por el fotógrafo. Así son las personas con respecto a su retrato moral y espiritual, les place la adulación, la lisonja, y se dejan engañar con gusto mientras les digan cosas bonitas.
¿Cómo se sentiría usted si tiene un tumor y el médico lo único que hace es recetarle drogas para aliviar el dolor? Esto tal vez lo anestesie por un tiempo, pero no le ayudará en nada con el verdadero problema.
Dios en su Palabra nos dice que todos hemos sido destituidos de Su gloria por la horrenda fealdad del pecado (Rom.3:23-24), y nos insta a buscar la salvación de nuestras almas de la única manera viable y posible (Juan 14:6; 1Timoteo 2:5), la cual es confiando en que el sacrificio de Cristo en la cruz fue completo y perfecto, y decidir sentarlo en el trono de nuestra vida. Ponerle como prioridad en nuestra vida, y dejar que Él, por medio de Su Palabra y lo que en ella nos enseña, nos vaya cambiado, limpiando de nuestra suciedad e imperfecciones.
¿Has buscado la verdad de Dios que lleva a la salvación de tu pecado, o estás feliz mientras te digan cosas bonitas pero no te dicen la verdad de tu estado pecaminoso y el remedio para ese mal? Así como te indignaría sobre manera que te maquillen un tumor sin darte el remedio adecuado, ¡Cuánto más importante es tu alma, tu destino eterno!
¿Si ya eres Su hijo (a), cuánto estás creciendo en la verdad de Dios para agradarle y parecerte más a Tu Padre?