Lectura: Mateo 15:1-9

En venta de bienes raíces existe un truco para hacer que una propiedad luzca más atractiva.  Cuando hay un condominio cuyas casas están siendo difíciles de vender, realizan una fuerte promoción para atraer posibles compradores a un “Open House”, y para el fin de semana en el que se tienen visitas programadas, contratan a actores principiantes y familiares para que se muestren como felices habitantes de algunas de las casas modelos.

Las “familias” ven televisión, cocinan, corren por las instalaciones, mientras los visitantes invitados son víctimas de un engaño bien diseñado.

Puede ser que este tipo de mentira no le cause daño a alguien, pero esta conducta parece muy similar a la de los líderes religiosos en los tiempos de Jesús (Mateo 15:1-9).  Estas personas fingían amar a Dios y con el tiempo desarrollaron toda una serie de listas de reglas que todos debían obedecer.  Era tal su convencimiento, que llegaron a pensar que sus “reglas” eran tan buenas como las que se encuentran en las Escrituras (vv 5-6), todo ello con el fin de aparentar que eran buenas personas. 

Sin embargo, Jesús los conocía muy bien y sabía cuál era su engaño, por eso se refirió a ellos como “Hipócritas” (v.7). Eran farsantes y hacían que el pueblo cayera víctima de su engaño, y sus corazones estaban muy lejos de Dios (v.8)

Este tipo de farsantes nos siguen acompañando en nuestros días, se ven como buenos creyentes en las iglesias, pero su corazón es tan oscuro como el de aquellos líderes religiosos, ten mucho cuidado con ellos pues te pueden estar guiando hacia el mal camino.

  1. Debemos estar atentos a las fachadas de algunas personas, pues pueden estar ocultando un mal que consiga alejarnos de la voluntad de Dios.
  2. Dios quiere que seamos auténticos, si decimos que amamos a Dios debe ser de corazón, mostrando con nuestros actos lo que verdaderamente creemos.

HG/MD

“Este pueblo me honra de labios, pero su corazón está lejos de mí” (Mateo 15:8).